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TRABAJANDO

Dicen que conoció a Alicia sin proponérselo. Dicen que ella miraba fijamente una vidriera de la calle Florida. El florista de la esquina asegura que no había tenido suerte en aquella tarde. El mozo del Garden comenta que no fue casual, que ya la venía observando hace días. Todos los que conocen del tema y se creen aptos para opinar.
Es como un juego: algunos lo ven otros no. Eso dicen.

Pero era verdad que Alicia no venía ligando, los turistas se fueron con los cruceros y los porteños estaban secos. Faltaba unos días para fin de mes y entonces sí, como los taxis y restaurantes, le iría mejor.
No estaba segura si seguir en la calle o pagar la mesa en Cutty Sark o en el bar de San Martín y Córdoba. Las confiterías se había puestos inflexibles, te cobraba la copa aunque no salieras en toda la noche.
La forma de caminar, de llevar su cartera y de mirar los autos fueron indicios seguros de que trabajaba. Sin embargo, su rostro sin maquillaje y cierta inocencia en las mejillas le hicieron dudar a Mariano.
En un acto de valentía cruza la calle Paraguay para encararla, pero justo ella se da vuelta y quedan prácticamente enfrentados. A Mariano se le enturbia la mente, hace como que mira la vidriera y no le dice nada. Y sigue de largo.
Dicen que es una zorra que le gustan los pendejos y que hace la plata fuerte con los cincuentones que salen a la pesca después de la oficina, para el Happy hours. El portero de mitad de cuadra dice que habló con ella y que tiene dos criaturas en el barrio viejo de Montevideo. Que la pareja la fajaba y que lo abandono de un día para otro. Eso dicen.

Mariano frustrado la sigue con la mirada desde lejos. No tiene la menor idea de cómo podría empezar un diálogo. Siempre fue medio corto y sus compañeros del industrial lo volvían loco por su forma de ser con las minas.
Alicia se da cuenta que tiene un candidato en la mira, acorta el paso y vuelve a parar en la vidriera siguiente. No necesita mirarlo directamente. Solo como al pasar. Tiene que mostrarse y esperar.
- Hola... ¿puedo hablar un minuto con vos? – pregunta Mariano en un acto de valentía, pero lleno de ingenuidad.
- ¿De qué? – responde preguntando Alicia, casi agresiva.
- No sé...pensaba que podríamos tomar un café –dijo, alimentando fantasías.
- Yo no tomo café con nadie...y no me gusta perder el tiempo –dijo ella cortante para empezar a caminar rumbo al bajo.
- Hey pará, pará... ¿estás laburando? – dijo por fin Mariano
- Si papi, cincuenta la hora y vos pagas el telo. Eso si, si querés algunos chiches extras…van aparte.
- Es que a mí...solo me interesaba hablar… Conocerte.
- Mirá papito no tengo nada contra vos, pero no me hagas perder el tiempo.
- ¿No serás de la Brigada vos, mirá que yo ya estoy arreglada directamente con
el comisario de la quince?...
- No, y aflojá un poco porque no te hice nada...
Se quedó mirándola como dando lástima. Y en verdad la daba. Mariano no podía disimular sus dieciocho años ni su inocencia.
Dicen que Alicia ya tenía el día perdido y que por eso aceptó. El florista de San Martín dice que tarde o temprano, te saca unos mangos. Otros aseguran que sale con un tipo que la vive y que tiene de rehenes a unos sobrinos dentro de una villa del bajo Flores. Otros que trabaja en la calle porque es mas que amiga con el comisario de la quince. Eso dicen
.
- ¿Cómo te llamás? -preguntó Alicia con un tono totalmente distinto
- Mariano ¿y vos?
- Alicia, algunos me conocen como La Turca en el barrio, pero de turca no tengo
un pelo, en tal caso soy yorugua. ¿Qué andas haciendo por acá?
- Trabajo por acá cerca, en una oficina, cadetería y esas cosas….quiero empezar la
facultad, pero me cuesta mucho estudiar…no paso del CBC
- A mi también me hubiera gustado estudiar algo –dijo Alicia- pero mi viejo nos abandonó
de chiquitos. Eramos cinco hermanos y lo único de valor que teníamos era una vaca
lechera. Así que vivíamos a leche y con lo que podía rebuscarse la vieja…con los vecinos
del pueblo
- ¿Te parece bien aquel café? le señalo Mariano. – por favor, solo un rato…
- No mi amor, ahí me conocen. Yo por vos… y por primera vez lo miró con dulzura.
- Está bien, no pasa nasa – dijo seguro.
Dicen que en cuanto apoyaron el trasero en la silla, se les vino al humo el mozo para recordarle que la casa tenía derecho de admisión. Afirman que Mariano sacó una tarjeta de la billetera, se la mostró al mozo y le dijo que era de la DGI y que se portara bien porque sino en la mañana le iban a caer tres o cuatro inspectores. El diarero que siempre tomaba un vino a esa hora, vió como se acerco el dueño y les dijo: está todo bien chicos, la casa invita. Eso dicen.
- ¿Sos cadete o de la DGI, cómo es la historia? – preguntó Alicia asombrada.
- Nada, es de mi viejo. Me la dio por cualquier inconveniente, en este país se le tiene mas miedo a los inspectores que a la cana. –dijo Mariano.
-Yo necesitaría una de esas…
-No tenés facha de contadora, te voy a decir – dijo riendo.
-No la verdad que no la tengo. Pero no te vayas a creer que la paso tan mal.
-¿Hace mucho que andas en esto…digo laburando.
-De puta, decílo no hay problemas: en la calle hace poco que estoy: Es peligroso. Siempre laburé en saunas, es mas seguro ¿viste? Nunca sabes que loco te puede tocar adentro del telo. Inclusive hasta ganas mas guita, pero…
- Pero…- repitió Mariano
-Nada, que tenes que bancartela. No le podes hacer asco a nada. Caen viejos con verdadero olor a viejo, pervertidos que viene con cada mambo que no te podes imaginar y también los que debutan. Pero ves... a esos les tengo más paciencia. Son pendejos de trece o catorce años, que se ratean del colegio para su primera vez – se rié disfrutando del recuerdo-
Pobres, tienen un susto…
-Entonces yo te debo gustar – insinuó Mariano
-Bueno, bueno ¿No era que querías solo hablar?
-La verdad es que me gustas mucho, pero no tengo un cobre, apenas te puedo pagar un café.
-Cosita – le dijo despeinándolo un poco- ni para el telo tenés, seguro?
- Te juro…
- No jures, no me gusta. Pero vamos, hoy es tu día de suerte. El del hotel me conoce – Y le dió un beso en la boca. Profundo, húmedo.
Dicen que ahí empezó una corta y fogosa relación entre Alicia Castro y Mariano Carrasco.
El dueño del bar dice que ella siempre cuenta la misma historia de la vaca y sus hermanitos, pero que nunca la vio dar un beso en la boca. El mozo dice que no hay razón para que se enamorara del pendejo, que era fachero y atrevido pero nada mas. Quien conoce a su corazón no tiene porque andar desconfiando de sus ojos. Eso dicen.

Algunos opinan que cada uno terminó refugiándose en el otro. Se los veía a menudo y a distintas horas por el barrio de Retiro. Para Mariano la situación era una marea de sensaciones clandestinas. Sus experiencias amatorias no pasaban más allá de alguna compañera de la facultad o la secretaria de la oficina. Los valores impartidos en la familia se desmoronaban con Alicia... Por eso no dudaba en repetirle:
- Vos sos distinta, en los boliches todos es pasajero, las que van al frente se cortan cuando no te ven con la misma onda o cuando les hablas un poco en serio. No tiene problema en transar, pero hasta ahí – le comentaba mientras paseaban por la Plaza San Martín.
- Y vos de que te la das…queres que las mujeres se te tiren a los pies – le replico Alicia, empujándolo con ternura.
- No boba, no pasa por ahí la cosa. Me pudre que me encasillen de cheto o cumbiero. No me banco los boliches con salones vips, ni las minitas creídas.
- Entonces que sos un hippie de los 70?
- No, aunque no me lo creas jamás fumé un porro ¿No podes ser distinto? ¿Tenés que andar con toda la gilada a bailar a Pachá, Sunset , o ser un negro de Jesse James ?. ¿Tenés que bancarte a un tipo que le guste tu cara para que entrar a bailar?. No, que joder.
-Bueno Maru, no te enojes. Yo también me siento así a veces. Vos no tenes idea de la verdadera discriminación. De la hipocresía: De los que te regalan el cielo y se quieren vivir con vos, pero en cuanto se hace la hora, salen rajando.
Dicen que un día el padre de Mariano fue a Cancillería y que por casualidad los vio salir del hotel de Ricardo Rojas. Dicen algunos parientes que al principio se lo tomó con sorna, pero que luego el viejo al ver que iba en serio casi lo mata, que le cortó los víveres y que desde ese día no se hablaron más. Dice un tío ,que los padres se pusieron intransigentes solo para olvidar sus propias faltas. Eso dicen.

- Quiero que me cuentes algo alegre esta tarde – le pidió Mariano, luego de comentar el entredicho familiar.
- La culpa es mía. Todo fue demasiado rápido entre nosotros y no quisiera que lo nuestro terminara mal. Yo prefiero los buenos recuerdos a malos rencores.
-¡Que decís, estas loca! Vos pensás que a mi me van a decir lo que tengo que hacer con mi vida…expreso enojado Mariano
-Maru no te pongas así. La cosa no pasa solo por tus viejos. Yo vengo también con una mochila pesada que vos no te mereces- dijo Alicia acariciándole el flequillo
-Es que me lo tomé en serio, demasiado en serio ¿entendés? Quizás me pasé un poco de la raya, lo se .pero realmente...te quiero.
-No Maru, no podes quererme. Es un boludes, que ya se te va a pasar. Pensá un poco. ¿Te vas a bancar siempre que me acueste con otros tipos? ¿Sos capaz de soportar que gane más en un día de laburo que vos en todo el mes? Vos me gustas Maru, en la cama la pasamos genial, pero no nos engañemos…
- ¿Como que no nos engañemos? Solo te digo lo que pienso –dijo Mariano con resignación-. Pero esta bien, no pasa nada. Ya me venía venir esto y como buen pendejo enamorado te escribí algo para que me recuerdes…algún día.
.- No te lo tomes así Maru, por favor – dijo llorando
Mariano se paró de golpe, puso entre las manos un papel doblado en cuatro y conteniendo la respiración, la beso en la frente y se fue por Paraguay rumbo a la oficina.
Alicia apretó el papel como para arrugarlo, pero mientras veía como Mariano se perdía por la pendiente, la vista se le volvió a nublar con lágrimas y no pudo hacer otra cosa que leer la primera poesía que alguien le dedicaba.
No tenía la menor idea con cuantos tipos se había acostado en su vida, pero si estaba segura que jamás le había escrito algo. Menos una poesía.

“Te descubrí para que me descubrieras
y me iluminases con tu oscuridad.
Caminábamos sin encontrarnos
y las sábanas fueron contiendas,
donde se hirió la verdad.
Alicia de las palpitaciones fuertes,
me hiciste conocer el amor y el odio
envueltos bajo un mismo nombre.
El placer que otorgabas no era redondo
sin embargo un círculo perfecto,
fue para mis cegados ojos.
Caímos,
-me hiciste caer, pero nada te reprocho-
En el más grande de los abismos.
Porque nuestra profesión fue la de darse,
pero darse para uno mismo.
Ahora es el olvido el que invita
a declarar cuanto te he querido.
No se si son estas las palabras,
no pretendo siquiea que tenga sentido
pero la mejor forma de encontrarnos,
es que cada cual siga su camino.

Dicen que la vieron guardar el papel doblado en cuatro dentro de su cartera. El mozo afirma que nunca más se la vio en el barrio. El diariero asegura que la vio esa misma noche
con una valija para tomarse el último ferry y volver con sus hijos al Uruguay.
Quien analiza el amor, es que no lo siente.
Eso dicen .

Texto agregado el 08-03-2008, y leído por 321 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
07-06-2009 ESa es una historia del las muchas que quisas no se murmuran siquiera... Fue el amor el que salvo a Alicia... un amor descalzo sin prisa ni prejuicios, un amor sano y tan profundo que realmente le cambio la vida... Eso dicen... betsyhaab
20-03-2008 ¡Muy bueno! Que no te quepa duda que seguiré leyéndote. Adriana yasequesoylinda
19-03-2008 me gustan tus historias zarzamora
18-03-2008 Felicidades. Un buen logro. FENIXABSOLUTO
17-03-2008 Me encantó leer tu texto; volveré. La narrativa muy buena y el tema también. Excelente! Un saludo de josef! josef
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