Mi reloj se atraganta en estas horas tibias.
Un azul puntiagudo que derramas al aire,
un sonido mortal,
una lluvia de pérdidas,
de lágrimas,
de miedo.
Una aguja asesina,
un derramarse pálido que logra ensombrecer
ésa cascada tímida y celeste que constituyes,
vienes
y te vas.
Luego venir,
ya irse,
volver, temer a gritos y buscar un motivo
para que no haya nada.
Todo se hizo pesado y transhumante
para irse fantasmal, ronco y desfalleciente,
malherido de miedo
con un tiempo que para,
con un tiempo que para,
con un tiempo
quederepen
te
extraña.
Ahora estás allá,
lejos bien lejos donde no puedo verte,
y la mañana corre.
Y el azul puntiagudo,
y la mañana corre,
y lágrimas de miedo
Y LA MAÑANA CORRE
y el reloj. |