Así es, hubo una vez la Sonrisa, la felicidad transformada en gesto. Y digo hubo porque se agotó, la última sonrisa del Universo ya ha sido utilizada, y más en concreto por un niño; pero eso ahora no tiene mayor importancia, es anecdótico, pudo ser cualquiera.
Remontémonos al principio, hace mucho mucho tiempo cuando se produjo el milagro de la Vida.
Dicen que de la Nada todo surgió, soles y planetas, satélites y polvo de estrellas, negrísimos agujeros insondables y así todo lo que conocemos y otras cosas que ni siquiera imaginamos. Según cuentan algunos el Universo es infinito, pero no es así, yo os contaré la verdadera historia. De infinito nada de nada, todo estaba más que contabilizado por un contable, el contable de la Nada, llamado Perteneciente, que tenía una numerosa familia, formada por senos y cosenos, límites y tangentes, sumas y restos y así sucesivamente, todo estaba muy pero que muy medido...
Como os iba contando, Perteneciente fue contratado por la Nada y le asignó la tarea de establecer las cuentas universales; Perteneciente que era muy serio para su trabajo contabilizó:
1 trillón de planetas más cuarto y mitad de satélites, cerca de un billón de soles, 99000 galaxias, una de ellas lechera y así continuó poco a poco especificando las diferentes partidas cósmicas hasta que llegó al apartado de Sonrisas, de ellas estableció un total de 1000 billones. Tal cantidad de sonrisas reunió, que una vez todas juntas, les dio una enorme patada y las esparció por el Universo. Los diferentes habitantes “inteligentes” del Cosmos ( terráqueos, acuáqueros, landorios, etc...) comenzaron a hacer uso de ellas, pero por desgracia un mal uso, las malgastaron. De los otros habitantes del Cosmos poco sé, pero los terráqueos desde luego de muy diversas formas las desperdiciaron; por ejemplo, en anuncios de pasta de dientes y adhesivos para dentaduras postizas, y toda multitud de productos inútiles en los que la Sonrisa siempre aparecía; también la gente se sonreía por idioteces, que salía un vídeo de un señor cayéndose, venga a reirse la gente, que te cruzabas con el vecino que era un plomo, otra sonrisa, y así una tras otra.
Perteneciente, que era un contable muy profesional, no hacía distinciones entre las verdaderas y falsas sonrisas. Así que sonrisa que perdía de vista, sonrisa que tachaba de la lista; fue sucediéndose la vida en el Universo hasta que un mal día ocurrió lo inevitable, se agotó la última Sonrisa. Un martes a las tres de la tarde, el niño Estanislao Jurado Vela, de nueve años de edad, más conocido por sus amigos como “ Estevualao telojurodeveras “ sonrió, sin malicia eso sí, pero sonrió la última Sonrisa. ¿ porqué sonrió? Muy sencillo, Ramona, abuela del niño, confundida por su mala vista le dijo a su nieto Estuvealao -“ vaya dos ratas que me están mordiendo los pies, y como apestan las puercas”- y su nieto le contestó - “ no abuela, no son dos ratas, son tus babuchas, las del año cuarenta ” - y claro, “ Estuvealao” se rió.
Justo en ese instante el Universo entristeció, nadie reía ni sonreía. Daba igual que ocurrieran hechos graciosos, la sonrisa no brotaba en los rostros, ante tal circunstancia las gentes optaron por recursos diferentes a la sonrisa, unos se tocaban la oreja izquierda, otros daban una palmada y así adoptaban diversos sistemas; pero eso sí, todos, absolutamente todos, tenían una impresionante cara de muermo. Fue un caos, se suspendieron los programas de humor (algunos afortunadamente), los payasos solicitaron la cartilla del paro, se acabaron las ferias y romerias etc...
Pero fue peor que todo eso, la ausencia de la Sonrisa acabó con la Ilusión. Nadie tenía ilusión, ilusión por superarse, por soñar, por trabajar, por amar, por vivir... ya no se veía la ilusión en el rostro de los niños a través de la sonrisa. Todo ello hizo reflexionar a los habitantes del Cosmos,
¿ porqué hemos malgastado la sonrisa? Se preguntaban. La agotaron en tonterías, hipocresías y falsedades, se plantearon cambiar, ser verdaderos y apreciar el gesto limpio y sincero, pero ya era tarde, se había acabado, sólo les quedaba el inútil alivio de recordarla en los vídeos, en grabaciones sonoras, mas no les transmitía nada, porque en nada la sonrisa se convirtió.
Perteneciente, el contable universal, muy preocupado le echó un vistazo a su contrato, a la letra pequeña que uno nunca lee, y ahí decía: “ La parte contrante, la Nada, podrá romper el contrato, cuando la Vida, por la Nada creada, vuelva a ser Nada, por la ausencia de la Sonrisa”.
Perteneciente se dio cuenta que iba a dejar de existir, si no había sonrisa, no habría ilusión, y sin ilusión no habría vida. Perteneciente, muy asustado, dijo - a alguien he de pertenecer...-
-¡ Eh tu, si tú, el que lees, leecuentos o como te llames! Esto no puede ser, tienes que ayudarme, aquí todo se va a acabar, ¿ te das cuenta de que éste puede ser el último cuento? Algo hemos de hacer, cuando el cuentista ponga el punto y final al cuento todo acabará, así que venga, a pensar que ahora vuelvo.-
Perteneciente volvió al poco tiempo, la asociación universal de leecuentos y cuentacuentos había preparado un plan: todos los habitantes del Cosmos escribirían en un papelito su recuerdo más hermoso, aquello que a lo largo de su vida fuera lo más grato y bello, el nacimiento de un hijo, el amor que surgió de una mirada, un amanecer, un beso... cada uno fue preparando su papel, lo plegaron y partieron en mil pedazos, lo colocaron en sus manos y, todos los habitantes del universo al mismo tiempo soplaron fuertemente sobre sus palmas. Millones y millones de pedazitos de la ilusión perdida volaron en el cielo, todo el universo se cubrió de recuerdos de esperanza; la Nada, ante tal espectáculo, se conmovió y comenzó a comprender que la Sonrisa era el espíritu de la vida y el motor de la ilusión, y que sería injusto arrancarles a los seres vivos la felicidad y la vida, y de nuevo proporcionó la Sonrisa, la Sonrisa para siempre.
Desde aquel instante, los habitantes del Universo comprendieron la importancia de la Sonrisa, y la necesidad de usarla con sabiduría y humildad, y desde entonces nació un mundo mejor. Ah! Y Perteneciente siguió trabajando, y en su interminable lista, a la partida dirigida a sonrisas añadió a lápiz lo siguiente:
“ INAGOTABLE”.
Y entre dientes dijo - lo pongo a lápiz no vaya a ser que halla que borrarlo, que éstos nunca aprenden, o igual sí, bueno ¿quién sabe?.
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