Lo convertí en un juego, cuyas reglas siempre me favorecerían, comprendí que si algún halo de luz hacia ti me unía, era simplemente el miedo que le tengo a la soledad.
Observe a mi alrededor y encontré solo rosas marchitas, me di cuenta de mi ingenuidad al creer en tus palabras, se me presento el orgullo morboso y pálido, queriéndome arrancar lo poco que me quedaba de credulidad.
Así que ahora mis sueños se convirtieron en densa niebla que obnubila mi sentir y pensar, ya no recorro templos sostenida de alguna mano halada, si me encuentro hecha un desierto, se pregunta mi ego porque será.
Bajar la mirada ante la maldita expectativa irremediable de saber que seguiré algún tiempo sin delicias infames, sin suaves caricias intermitentes de amor, bajar la mirada ante eso, es renunciar al orgullo, que por pálido que se encuentre es mi única manera de permanecer inquebrantable.
Mi única arma indesechable es solo causarte un vacío, mi maxima indeferencia, mi orgullo susurrándome al oído, el no es nadie para que vos le pertenezcas.
Y por mas morboso y asqueroso semblante que mi orgullo tenga, me sostiene con sus manos pegajosas, me saca adelante y me dice: seguí desdichando corazones ajenos, que no hay nada mas fríamente doloroso que llorar por amor.
Coincido con ese tremendo vampiro, orgullo, ente con cuernos cara de desesperanza, llore el amor llore hacia el vacío, se inundo mi pecho cuando creyó traición y mintiéndome fortalecida me digne a no abrirme al idilio, esa cursilería de decir que el amor todo lo puede y lo calma.
Me miro al espejo y me tiende su mano, ella me dice: no hay nada mas hermoso como tu mirar, es tan triste lo superficial.
Así que me olvidare gradualmente de vos, de todas las hermosuras de tus palabras, no debe depender de vos mi desierto, mi desierto es mío y no tiene porque ser malo, mientras me provea yo misma de manjares extraños.
Así que si clavo mi mirada hacia el vacío, es simplemente para no demostrarte lo mucho que significaste para mi, lo mucho que de tu existencia dependí, el único signo de esperanza que me queda es yo misma rompiendo gracias ajenas.
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