Pamela Arcani dio a Luz a Elio, tras una serie de marañas obsesivas; enamoró despiadadamente a Joaquín Dávalos, se embarazó de el y lo abandonó, todo por ir detrás de el sueño de ser una madre solitaria y abnegada, una idea que concibió a la hipócrita tierna edad de 12 años -cuando vio a Pestañas, su gata, lamer a sus crías recién nacidas con tanto amor, que lloro inconsolablemente dos días- y que estaba segura de cumplir antes de sus dos primeras décadas. Entre sus muchas obsesiones se encontraba la de contar cuentos fabulosos a sus nietos, cuentos de princesas, que no les alcanzaba el corazón para sus príncipes, pero si para sus criados, cuentos donde las mujeres enamoraban con dragones y daban a luz a duendes.
Elio, su hijo y prueba viva de la obsesión, amaba a su madre tanto que hacía caso a sus caprichos resignadamente, aprendió a bailar 'zapateadito', a recitar: 'El delantal de mi madre' y a soportar los abrazos interminables de mamá. En su niñez, se mordía la lengua, y escupía las paredes por la rabia de no tener un padre, una vez adolescente y lleno de valor se lo preguntó a la madre, ella, lo miró fijamente por minutos con los ojos temblando, y comenzó a llorar amargamente; la escena se repitió por años hasta que desistió en la tarea de conocer el origen de su padre, porque cada que se lo preguntaba a la madre, ella se abalanzaba a su cuello en medio de un lloriqueo interminable, que hacía entender a Elio que su padre huyó como un cobarde.
Tiempo después, Pamela se dio cuenta que su hijo ya no era su 'Cachito de luna' un día que encontró su colección de revistas pornográficas mordisqueadas en las fotos más expresivas, aquel día, Pamela no sufrió ningún tipo de preocupación, ni mucho menos ira, en su lugar se le aceleró el corazón, se le alborotó la sangre y vio al alcance de sus manos el sueño de ser la Abuela 'cuenta cuentos de los finales impredecibles'. Elio que salía a estudiar por las noches, llegó a casa, entró a su dormitorio y encontró a su madre sentada en la cama, con los ojos brillantes e inquietos -como era siempre que quería algo de él- ella lo acunó con la mirada, le tomó de la mano y le cerro el puño con 500 pesos; "Aprovecha tu fertilidad y no regreses mientras no me hagas abuela".
Elio, el que jamás negó nada a su madre, el que vivía para complacerla a cualquier precio, salió de la casa seguro de dar un nieto a su madre. Nunca fue brillante en el arte de las mujeres, se sentía constantemente rechazado por ellas, las veía, las deseaba, las lloraba y las endiosaba en su erotismo solitario.
En su intento de reproducirse, fue plantado 3 veces, víctima de bromas 2 veces, y abofeteado solo una, este último hecho, se dio, cuando desesperado le ofreció 300 pesos a una mujer embarazada por entregarle a su hijo en camino.
Después de la serie de fracasos, Elio conoció a Eva Loida en un un bar de mala muerte, donde gasto 100 de los 500 pesos en alcohol. Ella, una lesbiana depresiva y fugitiva de la realidad, se encontraba llorando penas, y ofreció espontáneamente un vaso de pizco a Elio.El, vio a Eva Loida como a la mujer elegida; sólo por ser la única con la que sobrepasó los 15 minutos de conversación. Eva Loida, vio en él su razón de existir, la puerta de salida a la homosexualidad, vio en el a un alma en pena, y se vio a si misma a través de los ojos de Elio como una mujer solidaria, como una romántica novia de siglo XX, que por fin encontraba el abrigo de un hombre sumiso, nada que ver con aquellas mujeres imponentes de su homosexual historial.
Lo suyo era un pacto mas que un romance, aunque si había amor, el amor de abastecer sus necesidades vitales.
Decidieron unirse, ella no quería saber nada de matrimonios, se auto denominaba un ser muy Liberal como para escribir su epitafio en aros de boda, a él le daba igual, solo tenía cabeza para preguntarse como iba a salir de la burbuja maloliente de la castidad, sobre todo con semejante flacidez, ya que el buen Elio, años atrás, había decidido debutar sexualmente con una musa de trapo que le costaría 100 pesos, esa mujer que lo llevó a un cuarto oscuro, donde lo desvistió con prisa de trabajador, le tomó el aparato y le dio masajes con sus labios, en ese preciso instante un militar tumbo la puerta, de un grito reclamó a la mujer que se mofó de su precocidad, y al no encontrar respuestas dio un balazo al aire, que estremeció el alma de Elio y de la puta, que nerviosa mordió con fuerza lo que tenía en la boca dejando a Elio con la flor de su virilidad marchita para siempre. A Eva Loida solo la devoraba la ansiedad de conocer macho, suponiendo que era más cómodo para sus placeres, y no como las tijeras humanas que formaba con sus amantes lesbianas.
Cuando llegó el día, alquilaron el cuarto de un motel decorado a lo prehistórico, elegido claro está, por la desesperada Eva Loida, que imaginó sabe Dios qué con ese cuarto, él al llegar se encerró en el baño con una leve esperanza de resucitar al difunto, estirándolo con los dedos, dándole golpes y hasta hablándole pero todo era inútil. Mientas, ella practicaba todo tipo de posiciones y se humedecía los sectores más secos de su cuerpo, le habría salido ampollas en los dedos sino hubiese tomado la decisión de entrar al baño a ver que hacía su amante, pero la imagen que le recibió al abrir esa puerta le espantó el erotismo, vio a Elio de rodillas frente al inodoro, con la entrepierna desangrada, y la cabeza ahogada en el agua del retrete, se espantó y salió del cuarto, cuarto que simbolizaba la muerte de las fantasías de Eva Loida, la muerte de los sueños obsesivos de Pamela Arcani y la muerte del cuerpo de un pobre infeliz llamado Elio, al que el alma se le murió un día que una gata dio a luz a sus crías.