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Llegaron los engorda niños




Los engorda niños no se responsabilizan por las pérdidas de los paisanos. Ellos saben muy bien que los niños son su carta más fuerte. Ningún niño se quedaría en el pago cuando las hormonas se ponen a joder en sus díscolos cerebros; claro, a menos que ellos, me refiero a los engorda niños, estén aquí, engordándolos desde que son chiquitos, pues, si no los engordan lo suficiente cuando son chicos, apenas llegan los días agitados; hablo de los días de aparearse, salen, más rápido que volando, del terruño nativo echenaguciense, buscando en otras comarcas y en otras mujeres, el mete y ponga que nadie les ofrece aquí.

Ellos dicen: ‘buscaremos mejor suerte’. Nadie podría retenerlos aquí si no engordaran lo suficiente. Muchos ya se fueron para no volver. Eso fue antes de que llegaran los engorda niños; nadie pudo hacer nada para cortar el éxodo, o mejor dicho: la estampida; y, cuando ya eran muy pocos los que iban quedando, los engorda niños se presentaron con la solución. Por eso nadie se atreve a decir o hacer algo contra estos tipejos. Nadie quiere fastidiarlos por temor a que se vayan y nos dejen solos otra vez con el problema.

Eso de la obesidad temprana. Como el error de los malos hábitos. O lo de las enfermedades asociadas con la gordura, no son suficiente argumento para impedir o criticar el trabajo de los engorda niños. Toda esa filosofía senil de ‘la salud es lo principal’, para nosotros ‘son che contos’. Primero es la Patria, segundo es el Movimiento y, tercero son los hombres. Esa es nuestra ideología. Ese es el verdadero orden de los valores para nosotros. Estos tipos los engordan, entonces, ellos se pesan y se embolan con su propia carne. Claro, no todo es color de rosa; muchos padres lloran en los rincones. Dicen que ven con mucho dolor que la obra más preciosa de su vida; es decir: los hijos, va siendo deformada kilo a kilo y día a día, en forma fatal, y kilométricamente monstruosa.

Ellos, mientras engordan, ríen; se hacen chistosos y buenos. Muchos de ellos han hecho una gran carrera como actores cómicos. Su comicidad descansa en la complicidad necesaria para cargar el exceso de grasa, tara, ésta, que aprenden a sobrellevar muy bien, mediante el humor y esa histriónica habilidad que los escuda y los hace potables para los demás. Sin embargo, no desconocemos los problemas de aceptación social que les crean los flacos. Así como las dificultades para conseguir talles al elegir su ropa. Los hacen denigrarse y herirse con arrebatos de auto-rechazo, huyendo de toda competencia.

Sabemos que no es posible desarrollarse y ser feliz si la persona no tiene desarrollados estos tres sentimientos básicos; a saber: Pertenencia, valía y competencia. Es muy triste decirlo. Pero, lo prefiero gordo y con taras, antes que lejos, flaco y libre. Esa es la filosofía que todos practicamos en Echenagucía. Por esa razón, les estamos muy agradecidos a los engorda niños. Gracias a ellos, aquí los hijos descubren que comer es lo más importante. Aunque les cueste más limpiarse el culo en el baño o atarse los cordones de los zapatos. El conformismo va generando en ellos el despiste y el estancamiento definitivo a un costado del camino. El verdadero propósito de sus vidas está en liquidar, cada día, más hamburguesas o choripanes o jodoj's o sánguches de milanesa o medialunas con café con leche. Lo real es el tufo. La grasa. El sudor que pica en la espalda y se pierde en la raya final escaldándolo todo. El empapelado de las cachas que no se pueden limpiar como se debe cada vez que uno termina de cagar, razón por la cual hay muchos gordos constipados. Algunos, lamentablemente, explotaron y salpicaron de caca las paredes del barrio. Por ello se les da unos litros de fermento de lino o aceite de linaza, para que puedan desagotar cómodos.

Por lo tanto, aquí es así. Nos dedicamos a hacer lo típico. Nada de sandeces innovadoras. Nada de gordos anónimos o tratamientos o dietas o travesías de ahorcamiento o de succión por el aparato digestivo o la zapan. Así estamos bien. Y, los muchachos, están a nuestro alcance, que es lo que más nos importa.



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