Y sin embargo, allí estaba sentado en el escalón de una puerta pensando como volver a casa. Y si bien no estaba lejos me sentía a centurias de mi propia cama, quizás, el único pequeño espacio que me podía cobijar. Estaba realmente perdido con el sol de las primeras horas del domingo cerrándome los ojos impotentes de descanso luego de una noche sin dormir.
No podía creer que ya había pasado todo, que esa noche, que en su momento era interminable, había pasado. Y esa mañana de domingo, en esa calle desierta, en esas veredas que aun no habían sido barridas, yo este ahí infinitamente solo.
Me había dormitado en el colectivo y las ganas de vomitar me hicieron bajar presuroso como acto reflejo. El sueño, el cansancio físico, mi estomago... todo ayudaba a potenciar mi conciencia. No sabia donde estaba por lo que opte simplemente por dejarme caer sobre una puerta y sentarme.
Corría, corría, solo quería escapar cuando vi frenar a un colectivo en la esquina y corrí aun mas para alcanzarlo, era mi oportunidad de poder huir mas rápido. Me colgué del estribo cuando arrancaba. Ya arriba me doy cuenta que no se si tengo monedas, tener que bajar en la próxima esquina hubiera sido catastrófico pero solo vasto tocar mi bolsillo con mi mano derecha para que me vuelva el alma al cuerpo. Con el amanecer en mis espaldas y sentado mirando por la ventanilla como pasaban las cuadras, me daba cierta sensación de escape, aunque bien sabia que aquella noche iba a quedar en mi conciencia y me condenaría de por vida sin perdón.
Los adoquines como caídos del cielo, los arbolés de cada lado de las veredas abrazándose en sus copas, el gris de la noche y yo de rodillas en el medio de la calle con los brazos estirados y las palmas abiertas, con la lluvia y las lagrimas en la cara mirando al cielo mostrando mi pecho y mi dolor no sabia ya que mas hacer, me pare y empecé a correr.
Era sábado y eran las 10 de la noche, llegamos puntuales como recomendó el medico, las piernas me torturaban. La tome de la mano como pude y le pregunte si estaba segura y era lo que quería. Me contesto con firmeza, con odio en sus ojos y un si en la boca. Saludo al medico y la llevaron en sillas de ruedas. No se dio vuelta a mirarme y yo me di vuelta para marcharme. Había empezado a llover y camine entre la lluvia toda la noche hasta caer de rodillas en medio de una calle sin alma. |