Tengo un reloj de arena,
que es tan tuyo, como mío,
pero hoy se encuentra vació,
sin tu carismático delirio.
No sabría decirte cuando,
ni tampoco de que manera,
pero fue tu presencia,
el que le dio vida.
Tampoco como una chispa,
derritió ese témpano,
que llevaba arraigado,
mi pecho por tanto tiempo.
Solo se, que daría vuelta,
las manillas mi reloj pulsera para atrás,
para volver a recordar,
como comenzó todo.
Luego lo adelantaría,
hasta la noche que me sobornaste,
para volver a tu casa,
con un beso y tu flor desdichada.
Avanzaría más aun,
para que me sujetaras fuerte,
otra vez entre tus brazos,
fuera del bar, anestesiando mi cólera.
Repetiría cien veces,
tu retraso de un sábado,
en el que, con tu porte de rojo,
me contaste de tu vida.
Quitaría cada granito de arena,
de nuestro reloj,
en el que dejamos entrar,
absurdas discusiones.
Y una vez concluido todo esto,
seria una recompensa para mí,
que quisieras, volver a darle vida, dándole la vuelta,
para continuar nuestro camino y nuestro tiempo, juntos.
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