La tarde solapada es testigo del hundimento de Joe. El tambien sabe,
que el alcohol de a poco lo sumira en la oscura borrachera de siempre.
Su mundo se resume al hecho de pensar bajo los efectos del buen beber,
pero vive sentado a los pies de una ventana, esperando que pase algun perro.
Hoy es un dia especialmente asiago,
maldecible.
Diria que Joe esta por demas abrumado,
aunque no se percive olor a muerte,
sino mas bien a problemas que estan volando rasantes. Tal vez deberia de ponerse en accion rapidamente, pero no hay condiciones para enfrentar la realidad complicada asi de mimoso.
Es bueno en serio para hacer ratatuies con verduras pero eso es algo que solo El conoce.
El mismo pone una barrera infranqueable que nadie ni siquiera intenta pasar por debajo,
es un ser indeferente a las personas cual pajaro que pasa volando con un maiz en el pico.
La tarde aun continua manifiestandose,
solo quedan algunos pocos sorbos,
para liquidar al blanco cabernet suavinion del mediodia,
Aunque Joe prefirio de postre desquitarse con el wisky liquidando la botella en dos horas;
hay la sed de siempre.
De pronto un perro de gran porte,
de los denominados peligrosos,
salto por la ventana y entro a la cocina como si fuese un pariente,
Joe detras de la puerta,
con un enorme hueso de vaca,
esperaba impaciente volver a encontrarse con su fiel amigo iracible, que mordio la presa,
para de inmediato desaparecer haciendo mutis por el sector del lavadero.
Habia un par de timidas estrellas,
reflejadas en cada uno de los ojos de Joe,
era una energia copiada que el podia imitar, tranquilamente, y reflejar como un sentimiento de esperanza, de volver a estar con Pluto.
Otra vez ya sera mas patente ese momento.
Tambien hay un paquete con galletas sin sal,
de donde una masita se sale del embase,
puesto que Joe bien sabe que no resulta beneficioso demorarse cuando hay visitas en la ventana; y en el piso de ceramica tenemos dos cucharitas limpitas, mas papeles de diario absorvidos con orina animal.
La casa es un desorden pero igual esta reluciente, linda, calida, porque Joe pinto hace pocos dias todas las paredes de ocre.
A Joe lo que lo mata es su amigo el alcohol.

-Hasta la vista Joe nos estamos viendo;
dijo Cintia Bemudez al pasar por la ventana con su pekines en brazos, pero algo huidisa pues siente rechazo del ebrio.
Joe intento brincar por la ventana,
pero antes callo al suelo dentro de los limites de su propiedad; gritaba como preguntando caido: que, que, hasta que por fin azomo su cabeza,
al publico del exterior de la vereda,
donde Cintia esperaba alegre pero dubitativa;
con el mismo prefijo continuo diciendo desesperado:
que, que, como preguntando, lo que hizo posible que Ella piadosa, detubiera la marcha obligada,
casi al costado del marco, pero mas tirando para lo del vecino.
La Pekines exibia su lengua y movia la colita sabiendo que pronto recibiria una cucharada de dulce de durazno, y o un masita.
Es raro ver que alguien le sea indiferente a Cintia,
pero Joe solo miraba al animal,
nada existia fuera de Ella, la perrita china.