DE COMENTARIOS Y COMENTARISTAS.
El día que entré, por primera vez a este sitio, supe, con claridad, lo que sintió aquel que, perdido en el desierto, tras caminar por horas bajo los rayos calcinantes de un ardiente sol, vio aparecer entre las dunas, un hermoso oasis con su brillante espejo de agua cristalina y grandes palmeras proyectando su fresca sombra.
Entré de inmediato, con la euforia de quien acaba de ser notificado que obtuvo el premio mayor de una millonaria lotería y con la inquebrantable disposición de convivir con un grupo de amigos que, por tener el intereses común del oficio literario, me aceptarían como un participante más en el apasionante juego de convertir los hechos, ideas, emociones y sentimientos en palabras y ordenarlas conformando un texto para ponerlo a la disposición de los integrantes del grupo de la misma manera que ellos pondrían a mi alcance los textos suyos.
Me dispuse a disfrutar aquel festín de letras.
Los hechos confirmaron, con creces, mis optimistas esperanzas. Presenté mi escrito inicial, un cuento, y. como bienvenida recibí el primer amable comentario, un: jajajajajaja muy divertido cuento, etc. etc.
No sabe ella (es una de las lindas mujeres que adornan esta página) lo agradecido que quedé con ese que fue mi mensaje de bienvenida, algo así como la patada que les dan en el trasero a los artistas del espectáculo, el día de su debut, para que tengan éxito y les vaya bien.
Y me ha ido bien, porque he compartido el espacio con mucha gente amable y talentosa, bueno… un 99% de gente amable y el otro 1% no tanto, pero sé que pronto va a unirse a la gran mayoría.
Es aquí donde a donde quería llegar, poner el dedo en esa llaga, invitar a esa minoría a que comprenda que los comentarios deben de llevar el fin de ayudarnos a crecer, no de ridiculizarnos, tirarnos al basurero, patearnos y destrozarnos para hacernos huir, abandonando el grupo, como ya, tristemente, me ha tocado ver que ha sucedido. Ya fui testigo de cómo, a un cuentero al que yo le reconocí un cierto talento, lo atacó un grupo aliado de “compañeros” hasta hacerlo huir y, la parte que yo, como cualquier ser humano tiene, de Quijote, se indignó.
“La unión hace la fuerza” dice una frase popular y, si nos mantenemos unidos, vamos a crecer, vamos a superarnos, no tratando de ser mejores que los demás, sino mejores de lo que éramos nosotros mismos cuando entramos aquí, y avanzar todos juntos, tendiéndole la mano a aquel que tropieza para que pueda salir adelante y que esa ayuda sea con el espíritu de una noble amistad; con generosidad y sin egoísmos, sacando a flote nuestra comprensión y no dando cobardes puñaladas por la espalda a quien le detectamos una debilidad.
A mí, que me señalen mis errores, me hace crecer y quien me ayuda, corrigiéndome con amabilidad y sin evidente intención de herirme, se gana mi agradecimiento y lo anoto en mi lista de amigos VIP, Hace poco lo hizo un compañero cuyo nick no menciono por discreción, pero que se queja mucho de que le duele la espalda. Ese señor, por su gentil y amable franqueza y lo fundamentado de sus observaciones, ya está inscrito, junto con algunos otros más, en la lista de quienes se están ganando mi amistad.
Los que no debemos tolerar en este lugar son comentarios malintencionados, hirientes o con burlas, comentarios que intenten ridiculizarnos para crear sentimientos de inferioridad y hacer, al criticado (atacado), desistir de su empeño por seguir en este maravilloso oficio. Hubo alguien que me comentó que yo era malo para la poesía, hasta ahí el comentario era aceptable, cada quien tiene su propia opinión y, a fin de cuentas, la calificación de bueno o malo sin sustentarla con firmes argumentos, es poco objetiva, pero agregó un comentario que me pareció burlón y ofensivo “Que, en lugar de hacer poesía, me dedicara mejor a tocar la ocarina” El comentario, a primera vista, me ofendió, pero después, me causó gracia y fiel a mi costumbre de no responder a la violencia con violencia, le contesté, de la manera más cortés, que el tocar la ocarina no me atraía y que, en cambio me gustaba mucho escribir y, por lo tanto, iba a seguir haciéndolo.
En otros casos puede ser que tengamos alguna explicación que justifique un supuesto error señalado con franqueza, pero sin agresividad, pues lo más sencillo es dar esa explicación a quien nos hace el comentario para buscar su comprensión y hacerle ver que tomamos en cuenta sus palabras y les estamos dando la importancia debida a su manifiesta buena intención. Como ejemplo, en otra ocasión alguien me expuso su crítica diciéndome, a propósito de otro de mis cuentos: “bájale al tono moralista”; le contesté con todo el respeto que su opinión me merecía, que tomara en cuenta que el cuento estaba escrito en primera persona, por lo que se entendía que el que narraba los hechos era el protagonista de la historia y que de todos los datos que aportaba ese protagonista a la narración era fácil deducir que vivía soportando una pesada carga de educación con una moral exagerada, por lo que no podía hablar de una manera diferente pues si lo hacía resultaría una evidente incongruencia entre su discurso y sus acciones; creo que el compañero lo entendió porque ya no volvió a insistirme.
Bueno, pues como dijo la gallina cuando le echaron su ración de maíz en el gallinero:
“Vamos al grano”
Mi intención es invitarlos a crear en esta página un ambiente de cordialidad, apoyándonos mutuamente; que los que sepan más nos apoyen a los más débiles para que el nivel general de los integrantes de este grupo sea cada vez superior y lleguemos un día a sentirnos orgullosos de ser miembros de La Página de los Cuentos, proclamándolo a todo el mundo de habla hispana y que cuando se sepa que pertenecemos a este grupo se nos reconozca, aprecie y respete. Esto ya sucede en una gran mayoría de los casos, pero, mi invitación es tendiente a lograr el cien por ciento de ese espíritu de compañerismo. Tengan la seguridad de que lo conseguiremos si nos proponemos a manejarnos con un fraternal espíritu de solidaridad, en lugar de andar tontamente buscando a quien atacar, así como estar atentos a ver de quien tenemos que defendernos, ya que en esas luchas de ataques estériles y estúpidos (perdón por la palabra, pero creo que es el calificativo exacto) no gana nadie, mucho menos el que cobardemente ataca, escudado tras la virtual máscara de un nick y, en cambio, si perdemos todos.
Yo estoy dispuesto a hacer cuanto esté de mi parte por la superación de La Página de los Cuentos ¿Y ustedes? ¿Qué opinan?
P.S.-Acabo de recibí una acertada crítica de un compañero cuentista del que también me reservo el nombre por discreción, pero que es nacido en La Habana, Cuba y le estoy sumamente agradecido por su valiosa ayuda. Su comentario ha sido positivo apoyo para mí, al igual que los de la gran mayoría.
|