Un eclipse encontró en mi tercer década ciertas razones de existencia, un tornado las mezcló.
Supongo que nada entiendo, o que entiendo demasiado todo, o poco... o demasiado la nada, o de todo un poco, o un poco nada. Supongo.
Lo definitivo y real, es que existo, que no sé si habrá razón para ello, pero si sí, quiero saberla. Saber. Ese es el punto. Bueno, mi punto. Saber. Lo poco que sé, lo que adquirí en treinta años, me basta para sobrevivir.
Pero no me alcanza.
Quiero vivir.
Sabiendo un poco más de todo,
o de algo más.
Mis treinta me enseñaron a mirar. Que no es poco.
Me enseñaron el amor como muchos desconocen.
Me enseñaron de venganzas, crueldades, enemistades, traiciones y miserias.
Me enseñaron un poco más que las palabras.
Aprendí que no todo se sucede al mismo tiempo, aunque tampoco todo gira a destiempo.
Aprendí a descartar y desechar lo que ya no sirve.
Aprendí a dejar libre lo que se ama, cuando son distintas vivencias, perspectivas y ambiciones.
Aprendí de muchos silencios, a leerlos, y a escucharlos!
Aprendí que la tolerancia se acaba, pero poco a poco hay que volverla a recrear.
Estos años me dejaron descubrir la trivialidad en las cosas, de actitudes, los aromas, los sabores y placeres.
Me dejaron un abanico inmenso de interrogantes, para jamás dejar de ser ignorante
(y qué bueno que siempre hay más para saber)
Me dejaron algunos cantos de sirena impregnados.
Me dejaron un amor eterno, único, ilimitado, que abarca lo más profundo de mí...
Ser mamá.
Y aprendí algo maravilloso e incorregible “ser libre”. Amar el arte y la libertad!
Presiento que recién ahora puedo sacar del sobre el vivir.
)-(
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