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María ya no podía soportar su cuerpo a los 30 años, le pesaban sus piernas, le cansaba caminar, le costaba respirar; cada nuevo día era un desafío anormal, una especie de reto de supervivencia. A ella le gustaba la soledad, tenía hábitos poco comunes: no le gustaba conversar, le aburría leer y pensar en un futuro la hacía deprimirse aun más. Pensaba en las personas como una tropa de guerreros que año a año le hacían la vida más difícil, le carcomían las ideas, y no valoraban su imaginación. El mundo era una oscuridad misteriosa y temible, no quería salir a la calle, ni mucho menos tomar sol o encontrarse con la lluvia en pleno invierno.

María sufría, sufría ante la burla de la gente, no era una chica agraciada, y su entono más cercano, incluso aquellos extraños guerreros que se encontraban en las calles de la ciudad se lo hacían saber. Esta mujer no se aceptaba, no aceptaba su piel, ni su cara, ni su cabello; sentía las burlas de la gente, se sentía estúpida y sin sentido.

Las noches eran eternas, pero sólo en el mundo de su amplia imaginación ella podía descansar, olvidarse por un momento que todo aspecto de la vida había sido destinado para complicarle su existir. Nada estaba hecho para ella, nada satisfacía sus exigencias; se aburría eternamente, no soportaba su olor ni sabor, y sí era muy imperfecta. Casi nadie la valoraba, no se destacaba en nada y todo lo que hacía era para que algún lejano día fuera reconocida por los demás. La comida era su enemiga fundamental, su imagen era el fantasma que la perseguía, su incomodidad frente a otros y la extrema inseguridad se convertían en su pesadilla día tras día.

No sabía que decir porque creía no encontrar las palabras exactas para expresarse, las palabras huían de su razón, pero sus sentimientos la acorralaban como un feroz león. Deseaba no haber nacido, tal como la habría convencido su fatal madre en su temprana infancia. La ropa la incomodaba, no le agradaba vestirse, no quería sentirse observada. Algunos quisimos quererla, demostrarle sus logros, entregarle cariño, pero esto era imposible ya que ella no se dejaba tocar por nadie, y cuando nos acercábamos se escondía en su terrible soledad y desaparecía por días…

Como vivía sola, cada año, escogía sus más ruinosas maletas y viajaba. Nunca supimos cuál fue su destino, ya que no compartía con nadie sus planes de trotamundo, sólo sabíamos que había vuelto a su hogar cuando pintaba la fachada de su casa con coloretes extravagantes, traídos del mismo infierno a nuestro parecer. Pensábamos que lo hacía para evitar nuestras visitas, o incluso para alejar a los ladrones, carteros, vendedores, testigos de “Jebús”, entre otros tantos seres indeseables para ella.

Un día, después de muchos años de su ausencia supimos que se había casado, nunca conocimos su marido; por ahí contaban que probablemente lo había asesinado y enterrado en su patio, digno caso para un capítulo de “Mea Culpa”, pero esto era sólo un rumor, aunque en ocasiones reflexionábamos en esta micro-historia más de cinco segundos, porque había que reconocer que María sí que era una mujer muy violenta y descontrolada. Su violencia era tan extrema que en sus ciclos más agudos no había tranquilizante que pudiera mitigar su furia animal. Eran tan graves aquellos episodios que más de alguno de nosotros lleva consigo alguna cicatriz-recuerdo de sus descontroles sobrenaturales.

Un día, para su cumpleaños, organizamos una reunión para saludarla, fuimos a su casa y usamos la llave de emergencia ya que nadie atendía la puerta. Entramos y nos absorbió el alma un olor pestilente que provenía de su putrefacto cuerpo que yacía en su cama, rodeado de pétalos de calas negras, y de libros usados. Los forenses nunca pudieron determinar la causa de muerte…Nosotros, hasta el día de hoy pensamos que María murió de soledad, sobrepasada por su tristeza y sus defectos… por fin pudo huir de su mayor enemigo, huir de sí misma…

Texto agregado el 04-03-2008, y leído por 224 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
07-03-2008 Impactante historia, bien contada, con mucho realismo. ***** cerrense
06-03-2008 Describes con mucha precisión lo que normalmente no podemos saber, un mundo confinado al anonimato como éste. A María podría haberle gustado la literatura... seguramente es uno de los mejores refugios. Saludos... quilapan
05-03-2008 Un texto real sencillamente dramático. Fue un placer visitarte. Saludos y hasta la próxima josef
05-03-2008 desgarradora historia, muy buena juaniramirez
04-03-2008 mas que cuento es una noticia rodeadodemalosescrotores
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