Rueda la música de tantos ayeres
más allá de la llama extinguida de
tantas esperanzas
y sinsabores,
resuenan los acordes de unas y otras
épocas,
percusionando el corazón,
y a la vez deslizando sonidos
y estratégicos silencios,
sin aliento,
visceralmente a flor de piel,
elevándose,
cada día,
noche a noche,
avasallando bochornos,
remontándose por sobre,
pasadas
frustraciones,
la música que siempre importa,
combustible ingrávido y portátil,
enceguecedor por momentos,
clarividente alguna vez,
horadando las impertérritas
y tenaces
telarañas
del olvido,
deshilvanando misterios,
deslizándose una mañana
lluviosa
de marzo,
por sobre el húmedo
pavimento
de una calle lejana
muy lejana.
© Eytán Lasca, 2008
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