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Inicio / Cuenteros Locales / daggaz / Fábula de un perrito chihuahueño

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Tenemos que un buen día, por casualidades del destino, un perrito chihuahueño se perdió en mitad de la sabana africana. Vagaba el pobre animal día y noche sin hallar nada de nada, hasta que cerca de un árbol, se encontró el perro con un esqueleto, un buitre lo vigilaba desde el árbol. El perrito se mete bajo el costillar del esqueleto y se queda plácidamente dormido allí.
Al poco tiempo despierta inquieto sintiendo una malévola mirada a lo lejos. Pero se da cuenta que el buitre estaba dormido también, quizás, esperando a que el perrito estirara la pata. Levanta su desproporcional cabecita para mirar más allá, agudiza su oído y su olfato y alcanza a percibir a lo lejos, una leona solitaria en busca de una presa, que le tenía bien clavados los ojos al pobre animalito.
El perro comenzó a temblar del miedo y se puso a pensar en lo que podía hacer para poder librarse de esa. La leona cada vez se le aproximaba más, y al perrito sin idea de cómo escapar, sólo va dejando que el enorme felino se le aproxime cada vez un poquito más. Y ya que lo tiene muy cerca, deja escapar un gran eructo y dice alegremente –¡Ahhh! ¡Que delicioso león me acabo de comer!... Me gustaría comerme uno más. –La leona se sorprende, y ente la verdadera extrañeza del aquél pequeño animal desproporcionado, luego mira con atención el esqueleto que estaba a un lado del perrito y acepta de buena gana el hecho de que podría ser un terrible perdedor, de esos que no se ven muy seguido. Así que decide regresar por dónde había venido y hasta acelerando el paso, cada vez más sugestionada con loas horribles imágenes de un pequeño ser cabezón y feo devorándola.
El buitre que observaba impaciente la escena, queda totalmente frustrado. Ya que solo esperaba que la leona se escabechara al pobre animal para luego él disfrutar con los restos; ante ésta frustración, decide volar hasta dónde ahora estaba la leona, ya bastante lejos y alejándose más aún. Al llegar le dice a la leona –¡Oye amiga! ¿Ya viste al delicioso animalito que dejaste allí atrás? –La leona le cuenta lo sucedido al buitre y éste se muere de la risa –No no no, ésa cosita cabezona no se comió al animal al que pertenecía ése esqueleto, ese fue otro de los gatos grandes como tú, incluso yo fui quién acabó de limpiarle los huesitos.
–La leona, sintiéndose muy tonta, decide ir a terminar con su trabajo; ésta vez con el buitre sobre su lomo, se acerca corriendo hacia el perrito quien había visto la escena desde lejos. Y preocupado, se pone a pensar en cómo salir ahora de ésta.
Ya teniendo a los animalazos a unos pocos metros de distancia, finge haber estado de espaldas y con la voz más malvada y fuerte que podía hacer, dice –¡Ese malvado buitre ya se tardó! ¡juro que ahora cuando me traiga ese otro león, también me lo comeré a él!...

Texto agregado el 01-03-2008, y leído por 434 visitantes. (0 votos)


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