(...) ¨Cuando llegamos al volcán Pacaya pagamos la entrada y comenzamos a caminar rumbo a la cima. Nuestro guía era Augusto, un hombre de unos cincuenta y seis años. A veces subía el Pacaya hasta tres veces por día, una hora y media de subida y una de bajada. Augusto vio su primera erupción volcánica a los diez añitos. Su pueblo ha tenido que ser evacuado un par de veces, especialmente en 1994 que la lava desciendió hasta quientos metros a una velocidad de 100 metros la hora.
Mientras que nos acercábamos mas, tuvimos que caminar sobre lava seca convertida en roca. Los colores oscuros variaban a medida que nos acercábamos a la plataforma donde podríamos ver la lava.
Cuando ya estabámos cerca nos envolvió un calor apaciguante y absoluto. Entre las rocas podíamos ver el color fuego que se ocultaba debajo nuestro. Impresionante. Yo siempre iba al ladito de Augusto para poder charlar con él y tener la mayor cantidad de información posible.
Ya en la plataforma el calor era insoportable y podíamos visualizar los hilos de lava desciendiendo del volcán. Su color rojo anaranjado era sorprendente. Era como fuego en estado sólido. A algunas de las personas que estaban con nosotros se le empezaron a derretir los zapatos y las piedras se le pegaban en la suela. Fascinante. La lava consumía todo lo que tocaba al instante. El calor era arduo y pesado, como si estuviéramos en una caldera gigante. Sentía como si fueran las lágrimas de sangre del Pacaya que lloraba por añoranza y dolor por nuestra tierra.
Fue una experiencia increible. Cuando bajamos me saqué una foto con Augusto. Sus historias eran divertidas por la inocencia neta que lo caracterizaba. Me contaba que a su perro lo mordió una serpiente coral y que lo sanó con manteca de marrano. Que otra vez lo había picado un alacrám cosechando maíz. El animal se había escondido en la mazorca y lo tomó de sorpresa. Estuvo enfermo tres días pero se curó gracias a que había matado al alacrán y se había mojado su herida con la sangre del mismo. También me explicó que tuvo suerte porque si lo hubiera picado con los siete canutos no hubiera sobrevivido.¨ (...)
Texto agregado el 29-02-2008, y leído por 116
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En todas partes hay personajes como éste, pintorescos y encantadores. Me gustó particularmente tu relato porque yo vivo en Guatemala...! Un saludo. galadrielle
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