Desilusión

El pez tomó un gran impulso y avanzó hacia arriba, en perfecta línea recta y formando un ángulo de cuarenta y cinco grados con la superficie del aire. Le faltaba sólo un metro para abandonar la seguridad de su hogar cuando decidió imprimir aún mayor fuerza a su cola, dispuesto a dar el salto fuera del agua más alto que se tenga memoria entre los seres de su especie. Era la primera vez que un gran salto se daba tan cerca de las costas, tan próximo al fin del acuático mundo y tan cerca de lo desconocido. Eso fue justamente lo que impulsó a nuestro protagonista a tan magna hazaña, su infinito deseo de conocimiento, su inconformidad con las respuestas (o quizá la falta de respuestas que no fueran absurdas) que las generaciones le habían regalado. Los meses de preparación estaban a punto de terminar, de desembocar en el esperado momento, en el gran salto, en aquellos preciosos segundos de que dispondría para mirar lo que ocurría en esa costa.

Todos sus amigos, su familia, un gran cardumen de curiosos, e incluso algunos de sus enemigos lo acompañaban en ese momento tan importante. La mayoría estaba allí para apoyarlo, unos pocos para reírse cuando fracasara y algunos cuantos para tener algo que contarle a sus amigos al finaliza el día.

Apenas abandonó el agua miró hacia la costa y se detuvo en unos grandes edificios que se destacaban en la bahía. Correspondían a una famosa cadena hotelera y albergaban a cientos de pasajeros, los que se veían alegres a través de las ventanas o tomando el sol plácidamente sobre las blancas arenas de la playa. Había algunos nadando en la playa, y otros disfrutando de las piscinas del hotel. El pez se asombró con el espectáculo, vio a seres caminantes, que además habían aprendido a dominar las aguas, con capacidades infinitas de construcción y con tecnologías con las que él ni siquiera podía soñar. Intentaba registrar todo lo que sus ojos veían, le molestaba que su mente intentara interpretar esas visiones, ya habría tiempo para eso, ahora sólo le interesaba rescatar la mayor cantidad posible de imágenes para llevarse de vuelta a su mundo. Gracias a su excelente visión, logró distinguir a un hombre comiendo un helado y a su lado a una mujer cortando algo sobre un plato blanco, algo que parecía… ¡si! tenía la forma de un pez, ¡ellos comían peces!

Un sonido lo distrajo, era el rugido de un motor que pasaba raudo por atrás suyo. Giró su cuerpo y vio a un pequeño bote pesquero tirando de una red de arrastre que pasaba justo por el punto desde donde él había abandonado el agua. Comenzó a caer. La mitad final del salto no la usó para capturar otras visiones más que la silueta del pequeño bote que se alejaba con una red llena de peces.

Al caer al agua se sintió más solo que nunca.

Jota