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KOGEM
Capítulo 1: La llegada

Kogem, así era llamado el popular y esperado programa televisivo que últimamente daba mucho que hablar por toda la red. A pesar de tener similitudes en los Reality Shows de sus antecesores, este traía como novedad el hecho de que los concursantes serían llevados a sufrir situaciones extremas, así siendo víctimas del objetivo que llevaba a cabo el programa bajo el pretexto de “experimento sociológico” –Serán testigos del más puro terror-Añadía el director Edward Kogem, productor y amateur en el oficio.
Aún sin saber en que canal sería emitido dicho programa, una gran cola de peticiones para entrar a concursar se iba formando. El dinero movía a la gente, muchos sabían perfectamente que en este tipo de concursos acababan ganando todos si conseguían la fama a base de enemistades.
Y allí estaba sentada Regina, observando el email de respuesta aceptando su petición para entrar en la casa. El concurso estaba formado por parejas y aquellos que lograran pasar todas las pruebas serían los ganadores. Su novio Ruy le informó sobre las bases y pensándoselo mucho aceptó la petición. Siendo un concurso televisado todo estaría perfectamente planificado para que no sucedieran imprevistos, ni ello conllevase mayor peligro al realizar las pruebas. A pesar de todo, una cosa la inquietaba, el hecho de que no hubiesen realizado una preselección no le parecía algo muy correcto. Igualmente, sin darle mayor importancia, apagó la luz de la habitación y se metió en la cama. Abrazada junto a su novio se imaginó con ilusión su vida bañada en billetes de quinientos euros.

-Si ganamos viviremos la luna de miel más bonita que se pueda hacer-

***

Finalmente llegó el día, un taxi vino a recogerlos y sin perder tiempo aceleraron en dirección norte, abandonando la ciudad. Girando una curva Ruy escuchó el sonido de la maleta volcarse en la parte trasera del vehículo. Regina hizo un gesto de preocupación ya que allí guardaban gran parte del equipaje más imprescindible.

-Tranquila, estaba bien cerrada-Le contestó.

Un tanto nerviosa devolvió su mirada al exterior, a pesar de saber que todo era un simple concurso jamás había estado frente las cámaras y ello la incomodaba.
¿Y si tenía que ir al baño? Sí, le dijeron que eso no sería emitido, pero… igualmente aquella cámara estaría conectada, y filmaría las 24 horas del día. Tenía un cierto miedo de que algún degenerado del equipo se dedicara a espiar su intimidad. Pero, ahora por mucho que se preocupara ya no había marcha atrás, tan solo podía rogar que la respetaran.

-¿Qué tipo de pruebas crees que nos pueden hacer?-Le preguntó a su novio.
-Ni idea, pero será algo parecido a los otros realitys supongo, aunque un poco más durillas ya que no dejan concursar a gente con problemas cardiacos o de respiración.
Regina hizo un gesto de confusión-¿Tan duro debe ser? Pero más bien lo anunciaban como algo de terror ¿verdad?
-Yo se tanto como tú, cuando lleguemos supongo que nos guiarán un poco sobre las reglas y todo eso.

Regina dejó caer su cabeza sobre el hombro de Ruy y expulsó un leve suspiro

-Estoy un poco nerviosa…-Dijo.
-Tranquila, todo irá bien.

Protegiéndola entre sus brazos el automóvil continuó avanzando silenciosamente hacia el estrecho horizonte, donde el grisáceo cielo se unía al oscuro asfalto; dejando tras de sí un rutinario y persistente paisaje en su mente.

Así fue, al cabo de tres cuartos de hora aparecieron las siluetas montañosas difuminadas en la niebla. Se introdujeron en el bosque de eucaliptos, conduciendo por el dificultoso camino y rodeando la montaña, hasta llegar a la parte trasera de esta, donde desde allí lo pudieron contemplar con sorpresa.

-¿Es eso?- Preguntó Regina asomando la cabeza por la ventanilla, al poder ver en la distancia una imagen intermitente tras los árboles, de lo que parecía ser una enorme casa de color blanco.
Ruy se acercó junto a ella para mirar a que se refería, a la vez que el taxi giraba abriendo las vistas a un extenso valle, limitado por una verja, y con la vivienda justo en el centro.

-Madre mía.
-¿Sorprendidos?-Preguntó el taxista, el cual no había abierto boca desde que subieron.

Se trataba de un hombre un poco mayor, aparentaba unos cincuenta y dos años, con unos rasgos muy acentuados, cubierto por unas cejas gruesas y ocultando sus ojos bajo unas ennegrecidas gafas de sol.

-Pero… ¿Qué es esto?-Preguntó llevada por la sorpresa.

De pronto el automóvil hizo un desvío abandonando la carretera y llegando a un replan cubierto, allí haciendo un par de maniobras aparcó junto a otros vehículos.
Tras apagar el motor Regina y Ruy salieron de él y apoyando la mano sobre la húmeda tapicería observaron la grandeza de aquel paisaje. A simple vista Ruy dedujo que entre la casa y los limites del terreno vallados habrían unos dos kilómetros más o menos, eso sin contar lo que debería medir la casa, la cual parecía constar de una sola planta. A pesar de lo extenso que fuera todo la enorme vivienda desentonaba muchísimo con el paisaje, ya que era totalmente blanca con un diseño futurista ahuevado.
El taxista abrió el maletero y con la ayuda de Regina sacaron las maletas. Una de ellas estaba volcada y el cierre se había abierto, por suerte no ocurrió nada más y al momento volvió a ajustar el seguro.
Ruy agarró una de ellas; la más pesada, en la cual llevaban las mudas, y ella llevó la que accidentalmente se había abierto, arrastrándola con los ruede cines por el suelo.
Los tres avanzaron por un sendero de adoquines sobre el césped, hacia unas robustas puertas de acero. Una vez llegados, mientras ambos observaban a su alrededor, el taxista sustrajo lo que parecía ser un pequeño llavero rectangular de su pantalón, del cual colgaba una colorida figura en forma de girasol . Agarrándolo con firmeza, con el pulgar apretó sobre el pequeño y circular interruptor rojo que había en él. Seguidamente un sonido eléctrico se escuchó acercándose como una cremallera subterranea hasta finalmente hacer contacto y abrir las puertas.
De pronto, cuando sus calzados entraron en el recinto, un sonido musical hizo presencia.
Una melodía clásica semejante a Trisch-Tratsch de J.Strauss empezó a sonar. Regina tras el sobresalto intentó buscar su procedencia, al instante pudo ver con dificultad que en los cuatro límites que hacían esquina unos pequeños altavoces estaban clavados en el terreno junto a la verja.

-¿Qué es todo esto?-Preguntó un tanto nerviosa, ya que todo le parecía demasiado para ser un simple concurso de convivencia.
-Es la bienvenida-Dijo el taxista caminando.
-Me parece exageradp-Le susurró a su novio mientras seguían los pasos del conductor.
Ruy sonriendo la agarró de la mano que le quedaba libre-Tu tranquila. De momento todo pinta muy bien.

Inquieta miró la emblanquecida y circular casa a la cual se acercaban.

-Ya, pero igualmente, tratándose de un concurso lo veo excesivo, además no nos han informado apenas ¿Y donde están todos los demás?
De pronto Ruy se detuvo, y con aún mano agarrada la miró directamente a los ojos:
-Escucha no tenemos porque hacerlo, en serio ¿quieres que volvamos?-

Regina frunciendo el ceño le observó unos segundos sin saber que contestar, ya que en los últimos minutos su corazón se había acelerado a causa de la inseguridad.
Aquel indeciso silencio difuminado con el musical se prolongó durante un minuto hasta que una voz les interrumpió.

-¿Qué hacéis ahí parados?-Preguntó el taxista una vez llegó a la puerta de entrada.

Regina agachó la cabeza negando con ella, así dejando a un lado esa opción y retomando sus pasos con mejor optimismo.
A pesar del tamaño de la vivienda la puerta no era doble sino una más bien usual, pero con la diferencia de que esta parecía ser de metal y no constaba de ningún pomo ni cerradura para poder abrirla. También, ahora que se fijaba, la deslizante pared emblanquecida y curvada que formaba la casa estaba compuesta por una sola pieza y en ella no había ningún tipo de orificio.

-Perdone... ¿pero dónde están las ventanas?-Preguntó extrañada.
-No hay ventanas-.

Seguidamente se agachó y abriendo una pequeña caja de mandos anclada junto a la puerta, introdujo un especie de código. Tras hacer esto la puerta de metal se deslizó por el suelo hasta finalmente abrirse. Ruy se sorprendió ante tanta precisión y sintiendo la mano de Regina agarrarle con fuerza, los dos entraron en la casa.
De repente la música se detuvo a sus espaldas, dejándolo todo en un desolador paisaje que se mantenía atento a la escucha del viento. Instantáneamente se giraron, la puerta se movió cerrándose de nuevo, apreciaron como la imagen de aquel hombre desaparecía frente a sus ojos, hasta que finalmente el sonido del encaje les envolvió entre la más absoluta y desconocida oscuridad.



Continuará...

Texto agregado el 28-02-2008, y leído por 89 visitantes. (0 votos)


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