Hölderlin estaba sentado en la mesa de su cuarto. Era una mesa sencilla pintada de blanco. Parecía tranquilo. Ante él tenía el tintero con una pluma, polvo de secar y unas cuartillas de papel.
“Cuando escribo no puedo recordar lo que he soñado. Debo diez pfennings al cartero. Y los niños me tiran piedras por la calle. Mis gesticulaciones no les asustan. Me gritan algo que tampoco puedo recordar. El cartero quizás viene en mis sueños y me entrega unas hojas de papel en blanco. Yo fui Hölderlin. En mi sueño fui Hölderlin. De eso si me acuerdo.”
Las hojas sobre la mesa estaban en blanco. El poeta tenía las manos plácidamente colocadas sobre la mesa. La cuchilla de afilar la pluma se la habían quitado.
Texto agregado el 11-04-2004, y leído por 208
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Lectores Opinan
11-04-2004
¡Excelente! ¨¡Hölderlin! Vaya...vaya...que bueno que te hayas metido con los genios, que son muy pocos. Mis 5 estrellas. islero
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