Ya no bordo iniciales grises en sábanas de luto
cuando se me desvanece un amor irresoluto.
Ni dibujo corazones alados tristes
en mi pizarra mágica a escala de grises.


Ya no guardo gritos que estallan en silencio,
ni berreo como una consentida
cuando resultan no ser míos
esos risquetos que quiero, o esa chocolatina.


No, ya no.


Ya no soy la niña que era
ni la mujer que queríais que fuera.


Ya no despierto bañada
en inútiles sueños,
ni empapada en mi propia orina
por querer escapar, sin resultado alguno,
de pesadillas donde me asesinaba mi propia hada madrina.


Que no, que ya no...
ya no miro al mundo desde la distancia,
ni con recelo;
pero tampoco subo las escaleras de los rascacielos
para dejarme caer pensando que me salvará un gorrocóptero.


Tampoco camino resguardándome de la lluvia
(a saber porqué lo hacía si la lluvia siempre me gustó),
pero tampoco me pongo bajo ella una vida entera
dejando que se me hagan los ojos un océano
y que, en busca de animales marinos, se me reencarne Jack Cousteau.


No ya no.


Ya no soy la niña que era
ni la mujer que queríais que fuera.


Atended:
Ya no soy efímera...

No soy aquella niña
y jamás seré la mujer que deseabais que fuera...
Así que dejad de llamarme María de Magdala
que ya dejé de ser puta de calle a falta de bar de carretera.









Renacerás el día en que quieras darte al mundo tal y como eres.
Sin fecha límite.
Pero sólo podrás hacerlo cuando tu sub y consciente estén preparados,
cuando realmente quieras darte a él
aún sabiendo que el mundo no hará más que darte a tí,
pero por el culo.