Uno quisiera que el tiempo se detuviera, el viento solo acariciara, el tránsito fuese moderado y gentil, así el disfrute sería total - eso pensaba ese joven que tomado de la mano de su pareja estaba absorto contemplando el mar inmenso - pero el mundo a su alrededor giraba y consumía toneladas de energía, que no sobraba, y los motores y las bocinas discurrían su concierto en el aire, llenando de hollín y estruendo la tarde veraniega.
De pronto el cielo comenzó a oscurecer, el viento aullaba su lamento y el temporal cayó como una desgracia, en instantes el agua bajaba de las lomas hacia el mar como torrentes imparables que arrastraban a su paso lo que allí había, el tránsito enloqueció, la gente huía de la lluvia como podía provocando ese cuadro surrealista de querer huir de nada para ir hacia ningún lado.
Entonces un sonido atronó el espacio y de a poco las nubes comenzaron a disiparse, el torrente era casi un hilo de agua y el sol reinó nuevamente, el bullicio de a poco volvió a enseñorearse y el joven, -aun tomado de la mano de la joven - volvió al pensamiento primigenio de esta historia: Uno quisiera que el tiempo se ............