Valga la redundancia, con mi chofer hicimos un viaje relampago hacia la costa atlantica,
para cubrir el caso del intendente de Pinamar,
mas precisamente estamos en Santa teresita,
y una fuerte tormenta nos sorprendio justo cuando estabamos por continuar el viaje,
mi chofer en su momento me sugirio esperar un poco hasta que despeje porque en esta zona las descargas de agua son muy voluminosas,
y con un poco de mala suerte tranquilamente puedes ahogarte en la ruta.
A Dios gracias que no continuamos pues hace doce doras que llueve ininterrumpidamente y segun dicen los noticieros ya a caido tanta agua como en los ultimos seis meses. Hay mas de setecientos evacuados y esto es algo que nunca se vio.
Entre el mar el cielo y la tierra no hay distancias, somos una misma masa corporea.
Todos somos como peces, frutos de mar escondidos en el cemento que ahora es conchilla.
Hoy el sudor y el vino se vistieron de muerte,
en la profundidades de este inmenso bloque de agua, y nosotros dos estamos en un recobeco de aire conversando a oscuras acerca de nuestros respectivos pasados.
Yo no tengo mucho para recordar pues mi vida es de una accion permanente, y entonces esa estela que es el pasado se funde con las olas naturales que el viento bate.
Y ya que hablamos del subjetivo tiempo,
cuanto dura el presente?
Es mentira que recien cuando golpearon nuestras copas eso ahora es pasado,
un decir, claro, pues hoy la sed es nada.
Un beso de amor dura lo que un largo presente.
Dicen con tino, que siempre que llovio paro,
entonces lo mejor sera aguardar hasta que se cumpla la profecia.
Mientras tanto, voy a reir.