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EL MESÍAS MINDA.

Hay personajes que al conocerlos calan tan hondo dentro del alma que lo que por ellos fue escrito no lo borra ni el tiempo ni la distancia, uno de esos personajes es el Mesías.

Era yo apenas una niña de nueve años cuando lo vi por primera vez, si he de ser sincera nada había en su presencia que me dijera que sería mi modelo de pensamiento a lo largo de mi vida. Era el Mesías un negro alto y recio, con sus bien ganados noventa y pico, era fuerte aún como un roble, y si bien ya sus sienes se vestían de blanco, su espalda no se había doblegado al paso de los años. Era el primer angarillero* de la imagen de la Virgen en cuaresma.

Su voz era recia, jocosa, fúnebre, terrorífica, joven, enamoradora, tenía todas las inflexiones de voz que el cuento requería, y no puedo dejar de recordar su gran repertorio de “voces” de animales. No se de dónde aprendió a imitar el rugido estremecedor del león, porque, que yo sepa, nunca supo lo que era un circo, ni vio un felino de estos en toda su vida, pero la tierra temblaba ante sus bramidos..

Pero… así era el Mesías.

La casa de Mamita, (mi bisabuela) encabezaba la comarca donde vivían los negros libertos y sus descendientes. Subiendo una pequeña loma estaba la iglesia, y la escuela atrás de ésta. Mucho más arriba y subiendo por un empinado sendero estaba la molienda. Un riachuelo de aguas cristalinas movía la enorme rueda que a su vez movía la muela que molía la caña, el dulce néctar de ésta caía en una inmensa vasija hecha de barro curado, que luego era llevada al fuego para extraer la panela y el guarapo. Las tardes de los martes se perfumaban con el aroma de caña y miel. A los niños no nos dejaban acercarnos como hubiéramos querido, tanto por temor a una quemadura, cuanto por que apenas podíamos nos empipábamos** de jugo de caña o de miel.

La casa del Mesías y sus hijos, nietos y bisnietos estaba diagonal a la de mamita, fuera de su casa dormían invariablemente una vaca y un burro, esto era producto de la desconfianza que le dejó el paso por los terrenos comunales, de unos abigeos que le jalaron la soga a una mula a la que jamás volvió a ver. En las noches, los rayos de luna llena plateaban a sus animales envolviéndolos en un aura casi irreal.

Yo solía pasar mis vacaciones en esta comarca, parte de una antigua hacienda repartida entre los esclavos que luego pasaron a ser huasipungueros.

El Mesías cuando muy joven fue esclavo, y de esa época recordaba anécdotas tan variadas que, de haberlas publicado, Gabriel García Márquez hubiera sido un pañito de agua tibia.

Mientras yo estuve allí, jamás faltó una noche a la cita que tácitamente hicimos en complicidad con las estrellas. Entre los cuentos que más recuerdo es aquel de cuando salieron a lazar una res que sacrificarían para celebrar la pascua. El y mi bisabuelo eran los lazadores más diestros de la hacienda. Subieron monte arriba para buscar entre el ganado salvaje, cuando de pronto, vieron el más cebado y hermoso semental que habían visto en su vida. A la sola mirada acordaron seguirlo, cada vez el cabestro escapaba de acogotarlo,*** pero el toro esquivaba el lazo sagazmente a la par que corría por el monte. Cuando de pronto, cansados de la larga carrera en pos de su presa, vieron que se abría la gran puerta que en días soleados se esbozaba en la montaña, el toro entró resoplando y ellos atrás, pero tuvieron que parar la carrera cuando un hombre barbado y vestido con una túnica a la usanza antigua les paró suave pero firmemente y les dijo con voz autoritaria, “Este es mi ganado y no lo pueden tocar, salgan sin regresar a ver y afuera encontrarán lo que necesitan”.

Remataba el cuento el Mesías diciendo que no recordaban como salieron, pero que al despertar, encontraron pastando junto a ellos una de las reces que se criaban en solitario allá en la pampa. (Y añado desde mis propios recuerdos que yo también vi la mencionada puerta).

Verdad? Imaginación? No lo sé. Sólo se que así eran los cuentos del Mesías…




*ANGARILLERO: hombre que lleva la angarilla donde se transporta una imagen en
festividades.
** EMPIPÁBAMOS: bebíamos hasta llenar la “pipa” (barriga)
*** ACOGOTARLO: cogerlo con el lazo del cogote (cuello-pescuezo)

Quito, 24/02/08
avefenixazul

Texto agregado el 28-02-2008, y leído por 160 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
28-02-2008 Un hermoso relato que evoca situaciones,personajes,momentos de un tiempo ido,feliz,casi mágico,como tu Mesías.......Todo un cielo estrellado,para tí y tus letras. almalen2005
28-02-2008 Tal como lo dice on-line, la descripción de los personajes y los espacios llevan al lector mágicamente por aquellos lugares, hasta hacerlo vivir como protagonista paralelo de la historia. Esos personajes notables dentro de ese realismo que para mí no es mágico, sino que es solamente realismo, pueblan la literatura oral de todos los pueblos. Y es un verdadero regalo que lo traigas aquí y nos lo hagas conocer, porque así vamos indagando sobre aspectos de la cultura de otros espacios que no conocemos pero que sin querer compartimos. Felicitaciones, 5* sara_eliana
28-02-2008 Me encantó tu relato, eres de la sierra?, me facinó como otorgas conocimiento mediante tu narrativa de lugares y gentes, era como si estuviera viendo una película. Sucede que hay mucho nexo con Ecuador, mi suegro que en paz descanse era de la sierra, de Ambato, algo se de aquel maravilloso país, lindo relato y todas mis estrellas...... 5 on-line
 
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