Decidida, le puse interés
sin más tardanzas ni más peros,
coloqué frente a ti mi tablero
y jugamos al ajedréz.
Mis peones, como mis sueños tal vez
fueron muriendo uno por uno,
al rato no quedaba ninguno
se veía venir claro mi próximo revés.
El rey petulante - tú, sin duda -
se movía orgulloso para todos lados,
mis valientes, todos alelados
te imaginaban desnudo.
Así, precipitado, violento, feroz, ¡rudo!
te llevaste por delante mi persona.
Al final del tablero reclamaste tu corona,
para lo cual no necesitaste ayuda.
Así en mi vida siempre quisiste
hacer y deshacer a gusto, a placer,
si era tu forma de querer
siempre fue una forma muy triste.
Cuántas veces ¡jaque! me diste
siempre agresivo y peligroso hombre.
Cuántas veces acepté perder,
a voluntad y nunca lo supiste.
Permití que te sintieras triunfador
y llegué a parecer una derrotada,
mis torres se hicieron a los lados
¡para darle paso gran señor!
Pero ¿tú ves?, así es la vida
te equivocaste en el juego,
fui yo quien abrió fuego
y te vio cara de perdido.
Jugada a jugada retrocedías
y te costaba muchísimo atacarme.
Y no era que no querías ganarme
era que ya no podías.
Mas no quiero que te embarques
pensando que no hiciste nada mal,
porque eso sonaría igual
que un chiste de Álvaro Márquez.
Confiaste seguro en que ganarías
y estabas - ya ves - acorralado,
cuando sentiste la partida ganada
era cuando más perdida la tenías.
Por haber jugado mal no hubo manera
de evitar que haga esto de ahora,
darte jaque mate por traidor
¡mate en dos jugadas por traidor!
|