Capítulo 4
Luciano llegó a su casa después de un largo paseo, era lo único que le relajaba cuando tenía un asunto peliagudo entre manos.
Cuando llegó a su domicilio, observó desde la puerta que todos los miembros importantes de la familia Carmine estaban ya reunidos en la sala principal, la mayoría discutiendo los motivos de la situación a la que se había llegado con la familia Spinelli.
Luciano entró en la sala, imponiendo casi de inmediato el silencio entre los reunidos. Cuando se dispuso a tomar asiento a la cabecera de la mesa Vito se acercó por el lateral del sillón para susurrarle algo al oído.
Mientras Vito le ponía al día de las nuevas noticias, Luciano invitó con un gesto a todos los presentes a tomar asiento. Una vez terminado el informativo y franqueado por Gian y por Vito, comenzó a hablar:
- Todos sabéis lo sucedido hoy con mis hijos – dijo mientras la mayoría hacían un gesto afirmativo con la cabeza – de ahí la reunión.
Esto es un asunto muy delicado para la familia – dijo Luciano con tono grave. Mi mejor informador, Vito – dijo levantando la mano hacia el chico, el cual dio un respingo poniéndose muy recto – ha traído una inesperada noticia – dijo Luciano haciendo una pausa - el hombre al que mataron esta mañana no era un simple matón, era el hijo menor de Spinelli.
Se oyeron murmullos entre los asistentes a la reunión, en muchos de ellos se podía apreciar un tono de alivio. Luciano prosiguió:
- El hijo menor de Spinelli era un engorro, todos lo sabemos – dijo Luciano mirando a los asistentes – pero nos quieren cargar el muerto a nosotros.
Spinelli es un hombre muy rencoroso – dijo Luciano mientras se reclinaba un poco en su butaca – pero no voy a permitir que vaya matando a los miembros de esta familia uno a uno como venganza – dijo Luciano incorporándose de nuevo – quiero que este asunto esté resuelto mañana por la mañana, no consentiré más errores – dijo con contundencia mientras algunos hacían gestos de afirmación a las palabras de Luciano.
Pasados unos instantes tomó la palabra uno de los presentes, un alto cargo de la zona norte:
- ¿Don Luciano, dónde está su hijo Luigi?
- Luigi está de camino – dijo Luciano girándose para contemplar el cielo por el ventanal.
- Creo que hablo en nombre de algunos de los presentes, su hijo Luigi no debería estar implicado en este asunto.
Luciano se giró muy lentamente hasta tener contacto visual con el locutor.
- ¿Y eso por qué?
- Creemos que ya ha hecho suficiente.
- Eso...lo tendré que decidir yo. ¿Alguien tiene algo más que decir al respecto? – dijo Luciano mirando uno a uno a los presentes.
Al ver que nadie daba señal de querer intervenir, la mesa se dispuso a tratar sobre diferentes asuntos con respecto a los territorios que controlaban los hijos de Luciano, que por supuesto tenían que ser delegados debido a la muerte y a la incapacidad de los hijos de este.
Luciano se quedó pensativo, dejando a su mente volar fuera de la habitación, intentando asimilar todos los acontecimientos transcurridos a lo largo del día. No podía sacarse de la cabeza una imagen: su hijo Pier tirado en el suelo con cuatro disparos en el pecho y Enzo al lado agonizando.
Él sabía que esa imagen era fruto de su mente pero no podía evitar que se le empañasen los ojos de lágrimas.
Unas lágrimas internas que le recorrían el alma, sin poder calmar el dolor y la angustia que tenía en su interior.
El tiempo iba pasando y Luciano observaba a los miembros de la familia mover los labios y hacer gestos. Les observaba sin escuchar lo que decían, como si estuviese metido en una cabina insonorizada.
No oía, no pensaba, no sentía...
< No estaré tranquilo hasta que llegue Luigi > se decía para sus adentros, < pero...¿qué le digo?... >, < ¿cómo estará Enzo? >...
Después de mucho discutir se dio por terminada la reunión. Luciano se despidió de todos los asistentes y se acomodó en el sillón que estaba colocado frente al ventanal del salón, quedandose de nuevo absorto en sus pensamientos.
- Don Luciano – dijo Gian mientras se acercaba lentamente a su jefe - ¿le puedo ayudar en algo?
- Sí Gian, vete a casa de María y comprueba que todo esté bien – dijo Luciano mientras Gian hacía un gesto de afirmación con la cabeza y se disponía a salir de la estancia – otra cosa, dile a Vito que pase.
- Sí, Don Luciano – dijo Gian saliendo así del salón.
Vito entró en la estancia con mucha cautela y se situó frente al ventanal, al otro lado de donde estaba sentado su jefe. Luciano se quedó unos minutos en silencio, reposando en el sillón, pensando.
- Vito... – dijo Luciano con voz cansada – quiero que vayas con un par de hombres a buscar a Luigi al aeropuerto, estará apunto de llegar, encárgate de todo.
- ¿Yo? - dijo Vito abriendo mucho los ojos muy sorprendido por la gran responsabilidad que le tocaba asumir, nunca le habían encargado que hiciese algo parecido antes.
- Ah....y cuando llegues, no entréis por la puerta principal, entrad por detrás...no quiero blancos fáciles...basta de sustos por hoy.
- En seguida Don Luciano ...– dijo Vito mientras salía apresuradamente de la estancia dando ordenes a los guardias de a fuera.
< Se me está pasando algo por alto...lo sé... >
CONTINUARÁ
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