4. EVA
En el guión cinematográfico de Rebecca Ritche (1990) para la película “En el Principio", con la intención de “sacar las diferencias de pareja” se abusa de rasgos tan feministas como que Eva era una mujer maravillosa y mal aprovechada en su talento y Adán, más o menos un patán inepto, incompetente, disléxico y muy poco delicado: el típico machista del siglo XX.
Como personaje histórico e incluso como protagonista de cualquier película, se ha dicho tanto sobre Eva, que al conocer la existencia de otra mujer anterior, la estela que la ilumina como personaje de leyenda del paraíso, se desvanece como una puesta de sol al caer la tarde. Apareció tarde y como repuesto improvisado pero, finalmente, quedó con el papel protagonista de la creación y sobre la que todos pudieron emplearse con mayor ahínco: Adán, como víctima de sus errores y ambiciones; Lilith, dejándole su puesto y dios, replanteando la creación. El primer reto: “haber nacido” sin infancia y con unos objetivos ya asignados de antemano; fue creada para cubrir una vacante.
Se escapa a las posibilidades de la imaginación, las dificultades y complicaciones de la relación de Adán y Lilith, para que dios resolviese como lo hizo. Debió de tener tal presión que, incluso modificó el método empleado hasta entonces para Crear, utilizando una costilla del propio Adán para conseguirle otra nueva compañía, que ayudara, acompañara y trajera la afectividad que necesitaba aquel “mundo feliz”.
Al crear partiendo de una costilla, dios aplica un importante castigo a Adán. Un castigo brutal y ¡seguro que muy doloroso! Lo mutila, quizá para que no se olvide y conozca de primera mano, lo que soportan las hembras en el acto de parir; Sólo ellas, tras 9 meses de incomodidades de todo tipo, realizan esa importante tarea, donde el peligro y el intenso dolor, es capaz de provocar un instinto de amor desmesurado, a base de mimos, atenciones y cuidados sobre los hijos, que ningún macho manifiesta (padres en el reino animal que, incluso algunos, llegan a comerse a sus propios descendientes recién nacidos).
Observando los machos de todas las especies, dios también aprovechó el momento para introducir una variante que hiciera menos dura y cruel, la relación de Adán con sus hijos. La ocasión, era propicia para inculcar en los varones, parte de ese sentimiento, producido sin duda, por el dolor y el hecho de que el nuevo ser, es una parte real de la madre, hasta que se produce el parto. A Eva, “la nace el creador”, a través de Adán como un parto, formando parte de él, hasta el nacimiento y alumbrándole con dolor físico. Eva, no sería hija de Adán pero dios, con este nuevo método, intentaba evitar que volviese a las andadas, inculcando nuevos sentimientos y otra posible visión y valoración del papel de su compañera.
La falta de experiencia de Eva y la ausencia total de referencias anteriores, permitiría que Adán realizara un nuevo enfoque positivista y adaptado a las necesidades reales “del paraíso”; en lo concerniente a los cuidados de los hijos de relaciones anteriores y la nueva vida en común. El paraíso, contaría con alguna organización y elementales normas de comportamiento, pero se supone que bastante descuidado y en una situación tan lamentable, que dios llegó a compadecerse de Adán e hizo lo que hizo: Anular la primera pareja, expulsar a la hembra y “fabricar a Eva” para sustituirla. Al principio, no tuvo que ser difícil; era el paraíso, estaba dios, buena vida, buen clima, buena comida..., esposo, hijos y ninguna obligación que no fueran los hijos y todavía no existía la tristeza, la muerte, la desgracia, los problemas, los disgustos, los enemigos, la ignorancia, la pobreza, los embargos, ni las limitaciones.
Bueno…, limitaciones sí había alguna. Por lo menos una. Esa era la duda que Eva tenía desde el principio, ¿porqué siendo dueña y señora del paraíso, no podía coger fruta de un árbol? Más que una prohibición, supondría un comezón constante y una idea imposible de quitar de la cabeza, sin posibilidad de consultar con nadie; Adán, como siempre, a lo suyo y como respuesta: ¡es una orden del Jefe! y al Jefe, ¿cómo iba a preguntar Eva, que acababa de llegar? Y sin ninguna explicación del porqué de aquella limitación. Debería de tratarse de algo muy importante, cuando pudiendo disfrutar a sus anchas, había un impedimento; además sobraban manzanos y manzanas e incluso, aquél árbol ¡no tenía las mejores!.
Eva tuvo que emplearte a fondo; Adán sabía como las gastaba dios; ¡ya había pasado! y con algo, tan poco importante, como una discusión. No se habían transgredido normas, no se había puesto en duda su autoridad, sólo una protesta y ¡zas! expulsión del paraíso, desaparición de favores y ¡a trabajar para poder comer!
Sí, Adán tuvo que ser débil y Eva, muy convincente. No se sabe cómo pudo conseguirlo, pero cabe pensar que a través de “sus armas de mujer”, ofreciéndose de alguna forma muy especial, para un resultado tan arriesgado.
Hoy, se sigue empleando el mismo sistema: parece imposible que, sólo con esos medios, las hembras consigan transformar la mente de los varones. Así Adán, enamorado y con parte de su cerebro anulado, por las alucinaciones y el bienestar interior y la estimulación física, que padece, le procura una locura y descarga de tensiones, que le deja boca seca y por primera vez, ¡descubre el placer!
Cuando Adán obedeció, comiendo de la manzana del árbol prohibido, aún no debía de haber experimentado la sensación plena del amor, aunque estuviera en el intento. Si conociera esa sensación, no hubiera roto la norma; entre los dos, hubieran encontrado la solución adecuada, sin necesidad de cometer un delito, que siempre se comete, a costa del riesgo o por que no te ven; o el botín, es tan importante que no importa el riesgo. Dios lo ve todo y eso, lo sabían los dos. El botín era Adán, sólo Adán.
Para Eva, comer la manzana del árbol prohibido, representaba algo más que la curiosidad del “qué podrá pasar”, que allí nunca había problemas. Eva desconocía la reacción de dios y era importante saber, porqué estaba prohibido. No tenía que ser malo y esa duda, no la dejaba vivir y no pararía hasta convencer a Adán, para averiguarlo.
A pesar de eso, nadie tiene un mal recuerdo; o quizá por eso mismo. Eva, tiene una imagen de bonanza natural y de mujer hacendosa y respetuosa con su familia. Nada picarona, como debió de actuar con Adán, en algún momento. Recibimos la idea de una mujer de familia extensa, dedicada por entero a sus hijos y que, de una forma callada y laboriosa, inició el camino para construir el mundo y hacer que sus descendientes se organizaran en armonía. Eso hay que mamarlo y sus pechos, tuvieron que regalar mucha de esa sustancia que genera la armonía, que hay en la mayor parte de los seres del planeta.
No todo fueron aciertos y entre nosotros, hay gentes que ensucian con imágenes, desajustes, fallos, accidentes, imprevistos, malos tragos; hijos y herederos de infortunios, con creencias y su sitio entre nosotros, porque todos, formamos parte del mismo mundo y resultan necesarios, para equilibrar la balanza. Son como el contrapunto que da la nota necesaria para que todo actúe ordenadamente. ¿Qué harían los fabricantes de armas, sino?
Lilith, posiblemente actuó de manera más involuntaria y recibió mayor castigo: sus hijos con Adán, son los primeros en conocer el infortunio y aunque, seguro que fueron mimados con parecidas atenciones a los de Adán y Eva, ya eran hijos del infortunio o al menos lo conocieron. Eva, evitaría mayores daños, pero ya estaba creada la semilla del sufrimiento y a pesar de las dificultades iniciales, con la expulsión del paraíso y la pérdida de la protección de dios, seguramente consiguieron una vida mucho más interesante.
Con dios, tenían un manto protector inimaginable: alimentos, buen clima, bienestar físico y mental y especialmente seguridad: de no ser agredidos, mordidos, ni pasto de comida para felinos. Seguridad de abrigo y alimentos suficientes para vivir sin dar golpe, aunque al principio, los primeros momentos después de lo de la manzana, debió de haber mucho lío: no había comunicaciones con dios y hasta entonces, la información y comunicaciones tenían que realizarse a través de Él. Se pensaba algo y... ¡sucedía sin más!
Hubo que inventar una forma de comunicar y de eso, seguro que se ocupó Eva. Con ayuda de los hijos; seguramente, sus lamentos y llamadas de atención, fueron lo primero que provocó la comunicación: suspiros, lloros, risas; por ahí..., empezaron las comunicaciones. A Eva, le saldría sin pensarlo... como un hilo interior, como a través de la leche que mamaban sus hijos. No sabría explicarlo, pero seguro que era... Mamaban todos, poco para cada uno, pero dejaba... Un movimiento mínimo en la expresión de su cara y ¡sin más!, ya sabría lo que estaban diciendo y ellos, los hijos, también entenderían y sonreirían... incluso, ¡aunque estuviera gruñendo! Pasa todavía hoy.
Adán, se daría cuenta y... aprendería. Para él, tuvo que resultar mucho más difícil. Pasaría tiempo observando porque con él, la comunicación de los hijos, no podía funcionar de la misma manera. Para jugar y montarse sobre él sí, pero poco más. Empezaría por construirles cosas para jugar y los llevaría con él a cazar y a observar a los animales, siempre con miedo de ser atacados y tomando todas las precauciones. Así pasaba hasta hace poco. Hoy no se caza y los hijos ya no hacen demasiado caso de los padres.
La comunicación con Adán sería sencilla, sin necesidad de decir nada, simplemente acercándose el uno al otro y ese contacto, resultaría gratificante para los dos, aunque él, se excitara enseguida, pero a Eva, te gustaría que se excitara tanto y tan a menudo. ¡Así tuvieron tantos hijos! En el paraíso, sería distinto. Estaba todo muy organizado y como no había peligros, no había necesidad de juntarse; había necesidad de estar vigilantes, buscar comida y evitar ser comido y para eso, había que estar unidos, para aprender cosas y como defensa ante los peligros. También como expresión de cariño y valoración de cada uno: Todos sumaban y por tanto, resultaban muy necesarios. Por lo demás, la vida como ahora: comer, vigilar, procrear y vivir lo mejor posible, a ser posible acompañado y a punto, para lo que haga falta. Parece divertido, pero no debió ser tanto, aunque con el pecado, nacieron las mayores alegrías, los padecimientos, las angustias, el temor a dios y el sufrimiento.
Resultaría muy difícil al principio, sin conocimiento de las cosas y desamparados de dios. Muy duro. ¡Imaginemos!: Se tiene todo (porque no falta, ni se teme a nada), se vive feliz y de pronto ¡zas! ¡se teme a todo! Desaparece la seguridad y hay que buscar la comida sin ser agredidos y el miedo, se instala dentro y hay que buscar abrigo, instalarse en un territorio y preparar defensas para proteger a la familia. Mucho lío.
Adán, Lilith y Eva, lo primero que inventaron fue el pecado, ingrediente para sazonar la vida, que utilizado de forma razonable, como la sal y el picante, es imprescindible para el amor, la creación artística y los sueños. Si se abusa, te mata; si no se tiene, se vive en letargo, sin chispa, sin energía, en una existencia lánguida y desaborida, como una comida de régimen. El pecado enseñó muchas cosas; la primera, a pensar de forma independiente e individual. Hasta entonces, era dios quien solucionaba cualquier capricho. Desde rascarte, hasta calmar la sed. Había libertad para hacer cualquier cosa, que él nunca contradecía y proveía todas las apetencias que se tuvieran y ¡de inmediato! Los animales serían cariñosos, juguetones y complacientes en todo. Fuera del paraíso, se tornarían huraños, desconfiados, huidizos y resultaban peligrosos. Habría que temer a casi todo; como ahora…
Se contarán muchas historias. Ésta, tampoco es real, ni siquiera como hipótesis…
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