En el patio, en el recreo, Jaime apareció con un mazo de barajas y un cigarrillo. Lo prendió y tosió convulsivamente tras aspirar sin esperarsela una intoxicante bocanada de humo azul. Luego quedó mareado y casi cae al suelo. Otros lo imitaron, quedando en similar situación. Luego Jaime ofreció las cartas a sus admirados amigotes y las repartió de a 5, explicándo como debían actuar con ellas. Luego pidió que todos mostraran sus cartas y decidió que Raúl debía entregar las bolitas en su bolsillo como forma de pago. Nadie se atrevió a cuestionar su decisión y se guardó las bolitas. "Se gana y se pierde", dijo gravemente. Prendió otra vez el cigarro y tosió terriblemente, cayó al suelo y vomitó su merienda.