Acaban de asesinar en Islandia a un industrial del cobre, el plomo y el espato. Tres plomos en la espalda. Curiosamente, como no se veía desde 1948, año de la instauración de la República, hay una marcha popular; no clamando por mano dura, porque este ártico país no padece de inoperancia policial. Los ciudadanos islandeses exigen airadamente la instalación de espejos retrovisores en cada oficina. Reina vergonzoso desconcierto entre los intelectuales. Al cabo de una semana, dos extranjeros caen procesados. Dos rioplatenses licenciados en marketing tienen montada una fábrica de dispositivos especulares para escritorio en los suburbios de la ciudad de Rejkjavik.