Estimado profesor:
Le he preguntado tres veces al l Ching como funciona este cuento...y en realidad, el hecho de que esté consultando al I Ching por Ud., eso en si, ya es un tremendo cuento...y es que de verdad, no se si yo me la tomo “en la emocional” o “la emocional” insiste en rondarme permanente.
Y si a lo anterior le agregamos la fase de equilibrio y racionalidad por la cual me lleva el último biorritmo, el asuntito se me hace aún mas sísmico...porque todo confluye, en este momento todo lo que me rodea - y desde luego Ud. -, tienen ese aroma de cafecito recién hecho en las mañanas frías de invierno, esas mañanas que adoro y en la cuales, si bien me regocijo, igual me reto un poco por el egoísmo de disfrutar tan a concho mi espacio, sin que nada importe.
Ud. imaginará que mi compañera de banco - la Lore - me hace una serie de preguntas inocentemente escabrosas, las cuales dada mi forma de ser – tan apológica, tan antipoética, tan anarquista, orgullosa, independiente, caliente y filántropa – se me quedan flotando, y al intentar responderlas, me hundo aún más en las emociones y las sensaciones que siento con Ud.
Profe, Ud. se vuelve mi regalón predilecto, el calce perfecto del que no atora ni es atorado, del que realmente es mi amigo – y desde luego la ventaja –, al amigo que siempre espero que llegue, para contarle como me siento, mientras de pasadita, nos mandamos nuestras buenas miradas ocultas, solo suyas y mías...no son nuestros ojos lo que nos pertenece mutuamente, sino esas miradas que nos reflejan simétricamente, a Ud. en mi y a mi en sus ojos....y eso es lo que me alucina, eso y esta prosa silenciosa que nos estamos regalando....
Sin duda he llegado a la conclusión que adoro todo esto, porque Ud. me hace fluir, como si su presencia física e intelectual, hubiera despertado un trozo de la Claire que estaba en el letargo, aunque bien pudiera creerse que Ud. ha creado a la Malandrina - construida eso si con una parte de ambos - quien se ha dedicado inquieta, a escribir líneas y a llenar de manera graciosa, aquellas hojas desde hace tiempo tan vacías.
Racionalmente, mantengo los pies en el equilibrio – al menos estoy segura de que siempre trato – y lo miro desde lejos, muy lejos, como si Ud. fuera una fugaz bendición que la vida me mando de paso, pero confieso que en ocasiones, me he dedicado a volar, a imaginarme a su lado en noches completas, en tiempos no tan breves, conociéndolo, conociéndolo aún más, regocijándome por completo con sus historias, sus olores, sus sabores dulces ya probados y las miradas hermosas que me ha regalado.
Majadero es decir Profesor, que lo encuentro mas rico que la cresta, y que me revoluciona las feromonas acordarme de su cuerpo, de su rostro, el sonido de su voz, todo aquello que me incita a excitarlo, a devolverle la mano en una exquisita revancha de erotismo, de lujuria descomprimida que se va liberando de a poco, en cada beso escondido.
Quiero que Ud. me siga enseñando Profe, le comunico que deseo que esta clase con ventaja dure harto rato, así de lunes a viernes, de horario vespertino con gusto a café Bombay, de estas clases llenas de sus historias y los suspiros que Ud. deja a su paso, haciéndome sentir tonta y pendejamente orgullosa, de haber concitado su atención...lo cual me hace sonreír calladamente cuando me miro en los espejos.
Como no puedo regalarle mi alma ( cosa que sin duda hubiera hecho en otras circunstancias ), le regalo mis palabras – estas palabras – y el sincero afecto de una alumna, de esas bien mateas que puro quieren que el Profe se las tire, para que Ud. se sienta cómodo y bien regaloneado.
Esperando de corazón ver su sonrisa al término de la lectura de esta carta, se despide atentamente de Ud.
MALANDRINA. ( a secas)
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