3. ADÁN
¡Vaya principio! Sin referencias ni espejo donde mirarse y todavía sin posibilidades para el estrés, la falta de dinero o las enfermedades, no hay justificaciones aparentes para el primer problema entre Adán y Lilith. Únicamente el cansancio, el de ella, por supuesto, admite alguna posibilidad. En cualquier caso, algo pasó y que se sepa, nadie lo quiso explicar, como la propia existencia de Lilith. Para muchos, para la mayoría, ¿qué más dará a estas alturas? Sin embargo, si se conociera, facilitaría la comprensión de muchas de las cosas que hoy nos pasan y para las que no encontramos una explicación razonable, porque desconocemos su origen. Llegando hasta Adán, se llega a la raíz.
En las escenas de dibujos y grabados del Paraíso, con Eva comiendo una manzana y la serpiente “Lilith” orgullosa y tentadora, casi siempre, lo colocan en un segundo plano y con expresión tímida, apagada y distante; mutilado sexualmente y con una hoja de parra cubriendo los genitales. Como si no supiera todo el mundo, que una hoja de parra, en ningún caso, alcanza tamaño suficiente para cubrir los atributos sexuales de un varón adulto, salvo que lo hayan afeitado previamente, o acabe de salir de un lago helado, o esté “acojonado”. Se sabe que en aquella época, no existían afeites ni depilación, que queda bien patente en su cara y por sus barbas. No aparecen escenas que sugieran la existencia de glaciares, nieves u otras posibilidades de enfriamiento de las aguas del lago, que sí suelen incluir en la escena y que, perfectamente, podría existir en paisajes tan atractivos, pero la luz, tono de color, luminosidad y florecimiento de la vegetación que recrean, nos trasladan a un ambiente de clima cálido, ausente de glaciares.
Lo representan como víctima de un engaño, en una actitud apocada, pasiva y tan asumida como un reo convicto y confeso camino de la prisión: meditabundo y arrepentido después de conocer la sentencia.
Acojonado. Y no es para menos, repasando un poco la historia que conocemos. Sí señor; así lo pintan. ¡Acojonado! Primer percance y si no fuera por el “Jefe” ¿qué le quedaba cuando Lilith se plantó? Teniendo a dios, ¿cómo es posible que Lilith se revelara? ¡Qué pasó! para que dios tuviera que intervenir. Se supone, que la comunicación con el creador no era verbal; además, todavía no se habían inventado los idiomas, ni existían partidos regionalistas que éso, vendría mucho después. El contacto con dios, tenía que ser a través del pensamiento; el de los dos como iguales y ambos, con posibilidad de comunicar cuándo, cómo y cuánto quisieran.
Al existir un conflicto, dios tuvo que percibir los mensajes de los dos; posiblemente, mensajes distintos y con distintos enfoques, pero sobre el mismo problema. O quizá, el problema... ¿ no era un problema común? Aunque seguro que, sólo el pensamiento de él, transmitió dificultades y por éso, dios puso soluciones. Tuvo que suceder algo así porque, una medida tan sencilla y equilibrada, la hubiera podido tomar cualquier persona con sentido común, incluso sin ser abogado y hasta un medio tonto: conociendo “el problema de los dos”, sólo con un poco de sentido común.
Lilith, a partir de los primeros partos, se tuvo que sentir desbordada y con demasiadas ocupaciones y posiblemente, obligada a establecer una nueva escala de valores con mayores atenciones y cuidados a los hijos, en detrimento de una parte del tiempo y de existencia que venían disfrutando desde el principio. Seguro que Adán era muy importante: el más importante. La vida en el paraíso sería parecida para todas las especies animales: convivencia armoniosa y feliz, durmiendo, jugando, comiendo y retozando con la prole y determinados días al año, “explosión de los sentidos”, (posesión desenfrenada y repetida en la medida de las fuerzas) del acto más sublime de la creación: el apareamiento para procrear y perpetuar la especie y los “deberes más hermosos encomendados por dios”. Pero, sólo unos pocos días al año y todos seguidos (prácticamente en el intervalo de los que hoy tenemos establecido como una semana, o quizá media que, a Lilith le sobraría).
Lilith, no debió conectar con dios, porque no tenía ningún problema: actuaba como las demás hembras y cumplía con descendencia cada temporada. Dedicaba la mayor parte de su tiempo al cuidado y alimentación de los hijos, contrariamente a los que le sucedía a Adán, más activo, siempre a punto y mentalmente dispuesto a permanentes y cansados escarceos en todo momento y lugar pero, con escasa predisposición a los reclamos higiénicos y alimenticios de la prole, como si los hijos no fueran de los dos, lo que la situaba en desigual desventaja. Lilith, empleó por primera vez, una estrategia capaz de hacer comprender actitudes poco adecuadas para relaciones de pareja y que, todavía hoy, emplean la mayoría de las mujeres: abstinencia controlada, mediante la que, el varón, deberá darse cuenta de lo que ellas esperan y, en consecuencia, le obligan a pensar y a buscar maneras de complacerlas...
Sí que recibió dios, los mensajes de Adán, posiblemente, involuntarios y sin ánimo de perjudicar a Lilith. ¡Seguro! Pero debieron de ser tantos, que hasta llegó a compadecerse y a tomar medidas desmesuradas y parece que poco acertadas, en la forma que lo hizo: castigando a Llitth y regalándole a Adán, una nueva compañera, realizada a partir de una costilla del propio Adán, para evitar futuras incompatibilidades y posteriores rechazos; tuvo que sentir tan desamparado en Adán que, en la búsqueda de soluciones, hasta llegó a modificar su forma divina de crear, en una especie de clonación e injerto con cambio de sexo y pérdida de la parte más florida , caprichosa y ornamental del donante: Todos los machos de la creación, exhiben atributos que les hacen merecedores de las atenciones de las hembras; especialmente, en época de celo pero, por lo general, en toda su vida adulta, su condición masculina se ve engalanada con señales naturales que acrecientan su condición, dotándoles, según las especies, de coloridos plumajes, portentosas cabelleras, cuerpos esbeltos, flexibles y atractivos y en la mayoría de los que, como nosotros, también digieren vegetales en su dieta alimenticia, hermosas cornamentas...
Todos esos atributos, con la donación forzosa a Eva, pasaron a ser patrimonio de las féminas. Ellas son, desde entonces, las únicas que se engalanan para acrecentar sus atractivos. Sus cuerpos son: más esbeltos, más flexibles y más atractivos; utilizan plumajes, cabelleras y todos los ungüentos conocidos para resultar imprescindibles en la vida de los machos. Únicamente, no utilizan las “cornamentas” de los vegetarianos animales, que de forma discreta y sin demasiados esfuerzos, colocan al varón, al menor percance extramarital, como portentosos apéndices frontales, para deleite de vecinos, curiosos y familiares.
La abstinencia obligada que impuso Lilith, tuvo que ser de tanta importancia, que Adán, debió de transmitir en un código de máxima emergencia para que dios, optase por una medida tan desproporcionada y de ahí, seguramente, su actitud vergonzosa en los grabados: se avergüenza de aquella parte de su anatomía que obligó a que, por primera vez, se tuviera que aplicar la Justicia y hasta resulta compresible, que cupiera todo el paquete en una hoja de parra. No parece exagerado que dios se compadeciera: Había creado un Adán predestinado como rey de la creación, a su imagen y semejanza y resultaba un ser débil y dependiente. Era su capricho y orgullo y a la primera, no es capaz con un percance insignificante.
Esa es la razón para que dios, en un momento de arrebato, castigue a Lilith expulsándola del paraíso pero, meditando con posterioridad, consienta que se quede. Crea a Eva como nueva compañera, permitiendo que todos continúen en el Paraíso, aunque solo protege a Adán, el único varón y tal como aparece en los dibujos y grabados, nada robusto, poco atlético e incluso con apariencia insignificante, en contraposición con los atributos de Eva y de Lilith.
Y debieron de suprimirse las ayudas divinas y la posibilidad de comunicación sensorial; de ahí, el nacimiento de las religiones, en un intento de establecer línea directa de comunicación con Dios; sin esfuerzos, ni necesidad buscar acciones alternativas a los problemas existentes. Como pasaría en el Paraíso: si algo que no funcionaba o no era del gusto de cualquiera, sin saber porqué y con sólo pensarlo, alguien desde arriba, proporcionaba una solución inimaginable y con material de primera mano.
Esa misma situación la seguimos buscando todos: de Dios o de donde venga; con la religión o con la suerte.
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