PRIMER ENVÍO
Estas acostada a 20 cm. de mi. En lugar de pensar me pongo a mirarte, ¡no hay nada que pueda decir!, recuerdo, ¡cállate o di algo mejor que el silencio!
Entonces me callo y te contemplo. Dudo ahora que exista una belleza superior a verte allí, como una tentación, con los ojos cerrados, olvidando el mundo y olvidada de el, y yo siendo tu único testigo ante la vida y el tiempo.
Y mientras estas allí quieta, con tu cabello suelto y tu cuerpo perfecto, mi ser deja escapar pedacitos de alma en cada suspiro, y quiero tocarte y decirte que te amo, pero para que interrumpir tu tregua de silencio, para que violentar tú calma, tu paz que irremediablemente destruye el reloj y paradójicamente lo detiene. Y luego en un acto diabólico, tu te das vuelta, me miras, te sonríes, te me acercas, como marcando con tu ceremonia los movimientos que yo pueda hacer, los delimitas, me cercas y yo indefenso termino en tu boca a merced de tu humedad, de la transpiración de cada poro y de los sonidos que quedan ahogados en los antojos incompresibles de tu pasión.
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