CAMBIO DE VIDA
Ese día, al cumplir dieciocho años de edad, toma, viéndose al espejo, decisiones que cambiarán su vida para siempre.
La primera: Afeitarse, de raíz, esa barba que antes presumía como un detalle original que le enorgullecía y ahora le parece, simplemente repulsiva e insoportable. Mostrará, abiertamente, sin ningún pudor, una nueva cara. Y esa cara tendrá que ser agradable; más aún, deberá ser hermosa; habrá que depilar un poco las cejas, maquillar las pestañas, poner una discreta sombra en los párpados para acentuar el intenso azul de sus ojos y dar un leve toque de color a los labios, ya de por sí, carnosos y bien delineados. Todo con buen gusto para dar una imagen atractiva, pero natural.
La segunda decisión: Reconocer, ante todo el mundo, que se ha enamorado ciegamente de un hombre y que ese hombre corresponde a su amor.
Ahora, firmemente aliados, están dispuestos a defender ese cariño desafiando a la humanidad entera.
Empezarán por unir sus vidas y huir, juntos, a donde nadie los conozca; un lugar en donde su amor obtenga aceptación y respeto; donde no haya críticas adversas, ni burlas hirientes.
Un lugar donde nadie sepa y, por lo tanto, nunca les recuerde lo que han sido hasta ahora:
Él, un patético enano, payaso del circo.
Ella, la mujer barbuda.
Febrero, mes del amor y la amistad
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