Estas líneas son un sencillo homenaje a mi hermano Siddartha, el Elemento Musical que hace mucho tiempo me enseñó a inventar canciones. "Bajo trastes" fue de lo mejor que hicimos por aquel entonces, y decía más o menos esto:

Como muerta, no encuentro otra palabra que me describa… recostada en un rincón del cuarto oscuro veo pasar los segundos que se derraman inútiles uno tras otro sin que nadie haga nada. Todo es calma, silencio. Apenas si se escuchan mis pensamientos retumbando, haciendo eco dentro de mí.
Por debajo la puerta se cuela un halo de luz, apenas un rocío tenue y amarillo se derrama sobre el granito y se va disolviendo en el negro de la noche mientras se adentra en la habitación. Veo pasar tu sombra quebrando esta imagen… logro detallarla a pesar de que se mezcla con la oscuridad de este lugar. Reconozco la cadencia de tus pasos y de inmediato me invade el cosquilleo típico de saber que estás aquí, con tus manos a escasos metros de mi cintura. Mi boca torpe intenta llamarte, pero sin ti a mi lado sólo sé gritar silencios. Ni una sola cuerda vibra en mi garganta, y mi intento se convierte en fe, en deseo ciego de que cualquier musa te traiga hasta aquí. Que me veas, que me tomes, que me acerques a tu pecho y me rodees con tu brazo brindándome el calor que tanto necesito, tu calor que tanto me sirve para calentarme el alma.
Te extraño tanto, te deseo tanto…tanto que ni yo misma lo entiendo. Quién podría creer que tu mano en mi torso pudiera dar vida a este cuerpo inanimado en el que me convierto si no estás. Que las yemas de tus dedos traviesos recorriéndome sean capaces de hacerme gemir extasiada con tan sólo un roce, y que cada gemido sea parte de tu hermosa y premeditada melodía.
No tengo duda alguna, justo al instante de tu primer contacto renuncié a mi guarda y custodia. Soy tuya de forma inevitable, con factura en mano. Desde aquella noche ya no me pertenezco. Por eso me redimo en cada encuentro, sin poder ni querer impedir la labor de tus manos benditas, de tus dedos mágicos que, como remos, llevan a puerto seguro este velero. He dejado de ser yo misma para ser plataforma de ese mundo hermoso que inventas con tu voz y tus palabras.
Te amo tanto, te siento tanto…y es un amor tan fértil que se alimenta de tus recuerdos y se da banquete cada vez que te haces presente. Cada vez que te acercas y tocas cada traste de mí con magnifica destreza, cada vez que me dejas descansar entre tus piernas mientras me transitas… Siento tu calor, tu fuerza, y vibro desde adentro cual diapasón, susurro cuando lo pides, grito cuando subes mis decibeles con bruscos movimientos y disfruto los embates de tus manos. La que me aprisiona y la que me acaricia.
Entonces siento que alcanzo el nirvana, siento que me adueño del paraíso. Me vuelvo protagonista de un cuento de hadas en el que tú, mi inigualable príncipe de manos diestras y voz melodiosa, acercas tus labios a mi boca grandota, que por arte de magia pierde ese rictus y se vuelve angosta para besar la tuya rompiendo el mágico hechizo. Ese que aprisiona a esta mujer que te ama dentro del curvo cuerpo de una guitarra.
Me quedaría muda, entregaría cada nota, cada sonido. A cambio de sentir como compones melodías desde lo más profundo de mi feminidad.
Entretanto, reposan mis húmedos deseos bajo los trastes, entre mis cuerdas. Mientras veo pasar tu sombra bajo la puerta, diluyéndose en el negro de esta habitación vacía.