Lechada en la cama,
arropada bajo el manto de las estrellas.
Me rio de mi misma,
de las lágrimas derramadas por ser una romántica y
solitaria. Observo desde mi cama, la luna que me refuerza cada noche a soportar, a mi eterna amiga soledad.
La soledad, ya no me asusta.
He aprendido a disfrutar de su compañía, a veces por las noches nos quedamos platicando hasta altas horas.
Los recuerdos ya no me visitan tan a menudo, se han ido olvidando poco a poco del camino.
Entre mis montañas, acunada por la naturaleza ya no temo a nada...
Texto agregado el 22-02-2008, y leído por 101
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