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2. Castigo sin causa


Cabría pensar en otros “imprevistos” del creador, como el desajuste sexual entre la parte animal y la humana que, como seres superiores, dios les había otorgado, especialmente al varón (dotado de una mente capaz de “calentarse y reaccionar” sin estímulos hormonales, como las otras especies).
Lilith, tal como se expresan las hembras de la mayoría de las especies en el reino animal, instintivamente, no soportaría actividad sexual durante el embarazo, ni en los ciclos no apropiados de fertilización; en el reino animal, no hay voluntad ni sueños; solo ceguera, por un instinto accionado por percepciones carnal-olfativas y alteraciones de temperatura corporal de las hembras, provocando en los machos situados a corta distancia, incluso contra su voluntad, una intensa e incontrolada señal, que carcome las entrañas y una parte del cerebro, generalmente, la más cercana a las patas traseras, con inflamación, movimientos espasmódicos y en disposición de competir en lucha desenfrenada, hasta enterrar todo su ardor en la hembra transmisora de tal señal.

Los humanos poseemos esos mismos mecanismos pero, además, Adán piensa, imagina, hace planes, se ilusiona... y está: ocioso, fuerte, vigoroso y se siente feliz. Lilith, se ilusiona, hace planes y tiene embarazos: pare cada año y entretanto, reparte atenciones, da de mamar, se ocupa de él; sus hijos absorben casi todo su tiempo.

Lilith, no tiene más rival que su propia condición de madre y mujer; su pensamiento y actitud no están condicionados por otra hembra, ¿competencia? Tiene su misión bien definida: seguir el ciclo natural; si Adán se sale del guión, es su problema, aunque debe aclarar todo lo que les afecte a los dos. A veces, le molesta y hasta le repugnan determinadas peticiones de su compañero; no la fuerza, pero insiste demasiado y ve, que no es la forma natural por la que se guían el resto de las especies; se queja; no está muy de acuerdo, pero deja hacer, aunque empieza a rondar por su cabeza, la idea de que siempre es ella la que termina cediendo a los continuos caprichos de su compañero y..., no se ve recompensada.

¿Adán? Sin ocupación, horarios, ni obligaciones; los niños no reclaman alimento y encima, fiesta cada día y sin embarazos, ni dolores de parto. ¡Vaya chollo y qué suerte, que tiene el tío! Y solo por ser varón ¿Iguales? ¡En qué! Y encima... ¡eso! ¡Siempre se pone encima! ¿...? Hasta cuando lo hace, ...¡jodiéndole a una!

Harta y sola en el único trabajo del paraíso, se arma de valor y pone a dieta a su compañero (abstinencia controlada); si quiere relaciones, tendrá que parir o buscar alguna compensación que los equipare como lo que son: ¡Iguales para todo!

La dieta es el principio, que esta primera medida, viene acompañada de un rosario de pequeñas veleidades y simulados silencios para ambientar con cierta tensión, su armoniosa convivencia. Adán, es... ¡machista y egoísta! No colabora, pero se queja a dios y Éste, la castiga expulsándola del paraíso... ¿Porqué? ¡Con qué derecho! Y al causante de todas sus incomodidades y desgracias, no le dicen ni pio y encima…, ¡Le regalan una muñeca!

Una muñeca nueva, más joven, sin estrenar y Lilith cargada de hijos y disgustos. Ésto, ¿si que no hay dios quién lo entienda? Pero, por favor, ¿qué es lo que he hecho? -Se preguntaría Lilith-

Difícil el papel que le queda a la pobre Lilth: humillada, expulsada del paraíso, abandonada por dios, traicionada por su compañero y como remate final, sustituida por otra mujer: sin hijos y más joven.

Si esto mismo, le hubiera sucedido a Adán, la historia estaría sin escribir y acabado el mundo de los humanos: Adán, se habría matado o se hubiera muerto de pena; da lo mismo. Ante esa situación, dios hubiera tomado otras medidas, pero seguro, ya no nos afectarían como seres humanos; habríamos sido sustituidos por otra raza animal competente, para realizar la obra de Dios, Creador del Universo.

Menos mal que ahí, estaba la esencia y el poder casi divino del hombre: en Lilith, un ser creado a imagen y semejanza de dios y que, a pesar de los contratiempos, con sólo sus armas, débiles y casi invisibles, su tesón, su no dejarse doblegar, sus alianzas con seres castigados y despreciados como ella, supo poner a su oponente en su misma posición consiguiendo que también, fuera expulsado del Paraíso. Volvían a ser iguales. Era una victoria para la humanidad, aunque traería muchas desgracias.

No es de extrañar que la ocultaran tanto tiempo. Su entronización hubiera supuesto la humillación de los débiles, los pobres de espíritu, los insensatos, los mediocres, los conformistas, los vividores, los egoístas. El mundo dejaría de estar dominado por incompetentes. Finalmente, parece que ese pequeño desliz de dios, situando a nuestra heroína (y a los de su estirpe) en un segundo plano, provocó que el mundo y con él, los humanos, no seamos capaces de encontrar nuestro propio destino y únicamente nos ocupemos de expoliar, explotar y controlar a los seres del resto de la creación. Hace falta mucho valor y poco ingenio para conseguirlo.

Han pasado más de 10 millones de años, Lilith, Adán, Eva... han crecido y se han multiplicado en relación equiparable al tiempo. Sus descendientes suman una cifra aproximada de 10 mil millones de individuos, que ocupan, controlan y gobiernan el mundo y al resto de las especies creadas con ellos. Tanto tiempo, tanto territorio, tanta gente, tantas mezclas, tantos problemas... han ido creando grupos tan dispares que resulta difícil reconocer y catalogar a la humanidad como descendiente de una sola semilla: Adán; esa es su grandeza y, por lo que parece, el mérito que de verdad le hace merecedor de nuestro respeto, nuestro agradecimiento y del que, queramos o no, debemos de haber heredado alguna característica personal. Es nuestro primer y único padre, sin discusión posible.

¿Nuestra primera madre? Lilith o Eva. En los primeros siglos, de una o de la otra. Hoy, con seguridad todos con algo de las dos; tantas mezclas que éstas, forzosamente, en mayor o menor medida, tienen que poseer algún vestigio de aquellas primeras semillas. Preciso es asimismo aclarar, que la semilla inicial de nuestra herencia se ha tenido que transformar en medida equiparable al tiempo transcurrido, y también a las circunstancias y dosis recibidas de cada parte (Lilith o Eva): Así hoy, hay: Tipos simpáticos y buenas personas; simpáticos y perfectos hijos de “mala madre”; buenos, que de buenos parecen tontos; tontos, que de tontos son gobernadores; listos, engreídos y engominados que dirigen empresas o están en la cárcel; artistas cómicos, artesanos genios, clérigos, políticos, sindicalistas y “masa social”.

Por tanto, objetivos directos alejados de las garras de la provocación y tentaciones que despliegan las herederas de la estirpe de Lilith, ya que su cortejo siempre se proyecta sobre lo femenino. Desde el principio de los tiempos, los varones han sido tentados e influenciados, no por dioses ni demonios, si no sólo a través de las mujeres. No han podido tener conciencia de pecado. Adán no tuvo mala conciencia, se dejó llevar y esa actitud quedó, desde el principio, en los genes de todos sus descendientes.

Esta nueva situación pone de relieve que el paraíso terrenal y a pesar del tiempo transcurrido, sigue casi como cuando lo ocupaban Adán, Lilith y Eva, salvo en que el tiempo y el efecto multiplicador de la especie, ha producido un mundo poblado de individuos: claros, tostados, oscuros, altos, bajos, rubios, morenos y medio pensionistas. Surtido enjambre pero maravillosamente atractivo, dispar, interesante y creador; laborioso, visionario, caprichoso, servil, y con múltiples dioses y creencias; apasionado y dueño y señor de su propio destino.

Las religiones, generalmente dirigidas y amparadas por los más inútiles (en el mejor sentido del término, ya que los útiles como cazadores, colectores o artesanos dedicaban todo su tiempo a trabajos de utilidad) han sido el cauce para divulgar la existencia de éstos, nuestros primeros antepasados y su casa, “El Paraíso”. Mitos y leyendas convertidas en creencias que ofrecen beneficios y bondades basándose en el miedo, la ignorancia y el temor a lo desconocido.

Texto agregado el 22-02-2008, y leído por 900 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
26-02-2008 Lilith quiso demostrar que no está reñido el placer con la "obligación" y la supervivencia.Le sirbió de poco.De lo que me doy cuenta es que no tenemos "pedigrí",lo que nos caracteriza en general al humano es el egoísmo y a partir de ahí,poseemos la mezcla de nuestros primeros padres.Está claro que la raza pura,cuerda y con la cabeza amueblada capaz de disfrutar de los placeres,no existe.Es una pena.Me vuelvo a Urano. australia
22-02-2008 Lo siento pero me cuesta ver a lilith como una madre abnegada y una esposa complaciente que ademas castiga a su compañero sin sexo!!!! Lilith es la representacion de la sexualidad mas salvaje, de la reveldia, de la inteligencia femenina que amenudo se basta de todas sus armas de mujer. No un ser permanentemente embarazado... Me a guastafdo el resto del texto el traslado a toda la humanidad ...pero no tu interpretacion de la madre de los sucubos sesi
 
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