Pese a la física cuántica, el autor de este artículo se niega en rotundo a creer en la casualidad. Por ello, el hecho de que fuera el primer mes del año el que iniciara la serie de artículos “Psicología, Cultura y Sociedad”, y sea el último el que cierre semejante campaña no puede deberse en ningún caso al azar. Y como en el eterno retorno de Nietszche, volveremos a vernos en distintas circunstancias con el mismo propósito – si alguna vez hubo un propósito.
Citar al viejo Friedrich con un aforismo, es similar a hablar del Innombrable para entender a Beckett. No encuentro mejor manera de continuar este que citando al filósofo de Prusia. “Cien profundas soledades forman juntas la ciudad de Venecia-ésa es su magia. Una imagen para los hombres del futuro”.
Con el mismo afán que se afronta la nochevieja cada año, finaliza esta serie de artículos. Con el eterno retorno, reflejado en la Venecia carnavalesca, el espíritu navideño y en la historia de los hombres. Como cada 31 de diciembre, en el que la actitud se esconde tras máscaras griegas, con el fin de cumplir firmes promesas, que apenas se mantienen unos días, para repetirse doce meses después. Ese eterno retorno, en el que cíclicamente la historia se repite, porque no puede escapar a su propia esencia falaz de moralidad e interés democrático de libertades colectivas sobre las individuales, que no son tales. Niezstche entendió la incapacidad del hombre mucho antes de que ésta dejara de ser latente. Comprendió en el fracaso de su reto, una espiral constante de intentonas poco convincentes. Psicología, Cultura y Sociedad no escapó a esta esencia incompetente de impotencia. Solo espero que a alguien, si no de un modo práctico, le sirviera de entretenimiento.