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Inicio / Cuenteros Locales / dario_b_malik / Sobre el Fin de la Ideología

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El autor japonés Fukuyama vaticinaba en su ensayo “El Fin de la Historia”, que las ideologías estaban destinadas a morir, dado que el sistema capitalista se autoperpetuaba debido al detrimento del grupo a favor del individuo. Sostienen Fukuyama, que el sistema que hoy nos sustenta, es inamovible, porque cada uno de nosotros puede, por sí mismo, evolucionar, sin necesidad de cambiar el sistema. Esto no cabe duda, es un de los pilares del sistema liberal. Pero es a la vez un planteamiento reduccionista, dado que solo tiene en cuenta la mentalidad de los países desarrollados. El propio Sampedro plantea que dicho sostén solo es aplicable a la clase privilegiada que representa el primer mundo, pero lo será difícilmente para un niño de Río de Janeiro, o del Sahara. Por tanto, la ideología no desaparece, sino que se traslada a un nivel más global. Sin embargo sí es cierto, en mi opinión, que sí se debe romper con la definición habitual de ideología.
El sistema de creencias del ser humano consta de niveles de conocimiento subjetivo: Las opiniones generan creencias actitudes, y estas a su vez componen un sistema que denominamos ideología. Según Kohlberg, al respecto de las creencias, sufrimos tres etapas. Un modelo Preconvencional, en que están poco formadas, y apenas las respetamos. Un modelo Convencional, en que admitimos estas como válidas, creyendo que todo valor es intrínseco a las propias normas, y por tanto las cumplimos sin cuestionarnos su validez. Y por último, un modelo Postconvencional, en aquel que se comprende que tenemos unas creencias, valores y normas a respetar, pero bien podrían ser otras sí entraran en conflicto con nuestros hábitos u otros valores.
En mi opinión, ciñéndome a lo anteriormente expuesto, en la mayor parte de los casos, el error de las ideologías ha sido que jamás han alcanzado un nivel de desarrollo Postconvencional. Jamás, alguien que adopta una ideología, se cuestiona su veracidad. Cuando un individuo, un pueblo, han adoptado una serie de creencias que han formado su ideología, han sido incapaces de cuestionárselas a sí mismos. Salvo en casos aislados de revoluciones, que a fin de cuentas estaban arrastrados por una ideología que prentendía romper a la anterior.
Quizás la solución sea mucho más simple. Quizás la simpleza del argumento no nos deje aceptarlo. Eludamos cánones, y acojamos de cada ideología aquello que consideremos un beneficio, y confiémonos en una revolución pacífica y gradual. Conformemos nuestras actitudes, asumiendo lo preferible de cada tendencia. Iniciemos una revolución consciente, individual, aunque generalizada. Partiendo de actitudes funcionales y adaptables al contexto, y no de ideologías fijas, que por más estables, se hacen más resistentes al cambio, y sin pretenderlo, más intolerantes. Hagamos porque cada acto social requiera un análisis individualizado, y huyamos de aplicar la fórmula.

Texto agregado el 10-04-2004, y leído por 218 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
11-04-2004 Artículo publicado en Mayo de 2003 en la columna Psicología, Cultura y Sociedad dario_b_malik
 
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