Todo empezó con Lilith.
Descubrí la leyenda de Lilith, en una clase de lectura crítica de relatos de autoras, como la primera mujer, anterior a Eva. Al oír su historia, de la que señalaron vestigios documentales y restos arqueológicos anteriores a la era cristiana, medio en broma al principio, intenté zambullir su figura en la bruma de mis recuerdos y no conseguí rescatar del ovillo de mi memoria, ningún referente destacable que no fuera la figura de mi madre y alguna imagen religiosa de Santos, el demonio, Eva la compañera de Adán y María la madre de Jesús.
Recordé de mis enseñanzas que, el demonio, podía adoptar cualquier disfraz y para tentar a Eva con la manzana, se había convertido en serpiente; siempre se representaba en forma de animal grotesco y repugnante o con cuerpo de mujer en actitud tentadora y pecaminosa; para documentar la leyenda, mostraron algún grabado y al desmenuzar las escasas cenizas de las vivencias, desventuras y el mal trato que le dió la historia, su rescoldo cautivó inmediatamente mi atención e incluso, cierta pesadumbre generacional: ¿podría tratarse de la madre de todos mis antepasados?
En los dibujos y pinturas mostrados, aparecía la figura de Lilith, como hembra en actitud lasciva, erótica, atractiva y también, en ocasiones, relacionando su presencia con insinuaciones de mal presagio o muerte; la sitúaban junto a siluetas con cabezas desaliñadas en actitud desafiante y cuerpo (o parte) de macho cabrío e incluso a veces, con la figura de un caballo. El animal macho, lo es por sus testículos desproporcionados o un falo enorme y siempre con cola (rabo) y cuernos: lo femenino, atractivo; lo masculino, repelente.
Lilith, no corteja a lo masculino; su expresión sibilina, engañosa, teatral, amable y convincente, se proyecta sobre lo femenino: Con Eva, utiliza el disfraz, la duda, la ambición, la oportunidad, la belleza y lo prohibido (el pecado) como armas básicas de su actuación.
La historia que conozco de Adán y Eva en el paraíso, no es una historia compartida con Lilith. Esta nueva leyenda que acabo de descubrir de Lilith, humaniza a los primeros pobladores del paraíso y los convierte en personajes reales e incluso, de nuestro tiempo.
El paraíso sin vida (la vida son las pasiones) no tenía sentido en mí cabeza, a no ser que de felices fueran idiotas. Incluso dios. Lilith, le da equilibrio; despierta el ingenio, la competencia, el inconformismo, la protesta; provoca el nacimiento de obligaciones como el trabajo para subsistir y alimentarse; aparece la intriga, el castigo, el miedo, el dolor y con todo eso, aflora la vida, los sueños, los ideales, los sentimientos, las pasiones, el dolor, el placer.
En mis recuerdos, hay demonios expulsados de la vera de dios, ángeles díscolos y poco disciplinados pero que, tratándose de divinidades y careciendo de sexo, no representaban ninguna amenaza; las señales plasmadas por pintores, escultores y demás artesanos de la imaginería religiosa representan, en general, caricaturas de seres feos y atormentados en poses ridículas y por tanto, indefensos e incapaces de causar mal alguno.
Lilith, es el milagro que necesita el paraíso para ser comprensible y relacionarlo con nuestro mundo. Las referencias “malditas” por las que Eva pecó y con ella todos nosotros, se centraban sólo en una serpiente y ésa, fue la razón que me inculcaron, para despreciar y condenar a que se arrastrase para siempre.
No resulta fácil imaginar la edad que dios puso a Adán y a Lilith, ni el tiempo de aprendizaje que dedicó a ponerlos al corriente de lo que había; ni la forma concreta de actuación de cada uno. Tampoco el tiempo que permanecieron juntos en actitud armoniosa, ni el momento en que se realizó la primera protesta y cual fue la causa y especialmente, cómo tuvo que producirse en última instancia, la queja a dios para tener una respuesta tan difícil y contundente. Supuso rehacer parte de la creación, el eslabón más importante de su obra: lo creado a su imagen y semejanza.
Me hablaron, para “aprender a distinguir las diferencias” entre ella y Adán. Sus particulares actitudes, criterios y las valoraciones que cada uno pudo llegar a manejar respecto al otro; de ahí los tropiezos. Concreta y especialmente, para poder acercarnos al mundo femenino y masculino desde el principio de los tiempos y, sobre la base de comparar a seres creados y concebidos como iguales, con los mismos materiales y para los mismos fines; también con diferentes cometidos.
El resultado es que Lilith fue expulsada, pero no se va; no se sabe cuanto tiempo se emplea para sustituirla, pero se sabe que dios modela a Eva partiendo de una costilla de Adán y, por tanto, empleando diferente método: “ya no es creada a imagen y semejanza, utilizando el barro”
Lilith, es sustituida por Eva, se supone que previa anulación de su relación con Adán y los tres y sus descendientes, continúan en el paraíso. Adán el padre, Eva su nueva compañera y Lilith activa y rival. Previamente a esta situación, parece más coherente que dios hubiera expulsado a Adán del paraíso, evitando condenar para siempre a toda su descendencia, como desgraciadamente así ocurrió.
Cierto que dios, con su bondad y misericordia, podía tomar una decisión injusta y desproporcionada; Adán no había hecho nada, pero dios no valoró adecuadamente la capacidad reivindicativa de Lilith y esto, supuso una falta de previsión, impensable en nuestro mundo actual y que cualquier responsable político o empresarial catalogaría como una negligencia grave. Y dios, fue negligente con su actuación; además, en su incompetencia (con perdón), introdujo el conflicto humano más grave y con más guerras y desgracias desde entonces, como es la propia figura de Eva, representada por todas las mujeres que ocupan, habitan o invaden el lecho ocupado, habitado o abandonado por otra mujer.
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