Proeza vagabunda de heroicas emociones
Recoge algunos dolores bajo la tierra
Derrama la sangre en Marte pasando a Venus
En tantas batallas sumergido
Fluye la ilusión de haberlas comprendido
Guerrero distante de la lumbre espada
Enterrada en la conciencia de tus manos
Despliega humillación de los ascendientes
Dejan hacer lo que no puedes hacer
Como describiendo la historia del hombre
En tan solo un día de vida
Como el único para el que se nace
Descubriendo tu destino
Barrunto en muchos espíritus predecesores
Que no entendiste a su tiempo
Vuelve el vuelo del caballero
con el escudo bajo el brazo
con alma desfigurada
más que el cuerpo visible
más que la bestia montada
se aleja del campo derramado en planicie
con alas convertidas en pasado
de aquellos que tendidos miran como se escapan
con quejidos comprendidos
a través de una ventana del presente
que se trasluce centellante
trizada a veces
y adormecida otras
recuerdo de la canción
como juego de niños descerebrados
rebrota en la cara de los destruidos
pensando en la muerte de los vivos
de los infantes ancianos
en fugaces destellos del ser caminante
provocadoras de sensualidad
buscando el topo preciso de la convicción
sensación desproporcionada que recuerda
ese día del destino
del fin de los días
cada uno sin saberlo hasta que llega
intuyéndolo pero sin saberlo al fin
en oscuras dilaciones que nunca se harán verbo
aún cuando al principio lo fuera
llevas al encuentro de sus cuerpos
soportando tantos soles y lunas
que puedes con ellos escribir tu propia historia
en el recorrido al día destinado
para no quedar enterrado antes que cumplas tu proeza
de recuerdo en recuerdo
hasta yacer en lágrima decisivas
y resolutorias de ser
al fin de este fin
comprendiendo que ni la espada ni el escudo
son suficientes
deshojado cae por dedos la deseada lágrima
escabullida entre la arena
blanca de azures luminosos
profundo desahogo de los espacios
con astros en libre jugarreta
se desquita el poder
para hacerlo verbo
y tocarlo y amarlo y beberlo
con la mirada de los que se enfrentan
uno al otro como en aquella batalla interminable
un día, solo uno
pero sin fin
para eso que nacimos
para ese que escribió el destino