Mi ser estaba caminado en el hermoso y bastardo rosedal.
Pensando en lo mas hermoso que tenia en su vida.
Pensando en ese amor que nunca lo iba a traicionar.
Mientras que me prendía un cigarrillo y miraba a esa pareja besándose.
Me acordaba de mi dulce amada y de sus besos que son los más fogosos de todo el bastardo mundo.
Sigo caminado en este maldito parque.
Hermoso y triste parque.
De repente como de sorpresa veo a mi amada.
Con el dulce vestido que mi ser le regalo, con mucho amor en nuestra noche de bodas.
Esa maldita estaba con un hermano de alma, con mi mejor amigo.
Abrasados como dos fieles traidores preparando mi muerte.
Mi ser no iba a aceptar ni dejar que mi fama como el macho más viril de mi maldito club.
Quedara por el mugroso piso.
Mi ser con los ojos llenos de rabia saca una navaja que utilizaba como defensa personal.
Mi ser con ira se acerca al traidor y le sujeta la cabeza con la mano izquierda, mientras la otra mano sujetando la hermosa y sangrienta navaja que le cortaba su cuello delicado.
Su sangre salía como si fuera de una fuente.
Mi amada salio corriendo con mucho temor.
Y salgo corriendo atrás de ella.
Ella se tropieza con el vestido que le avía regalado.
Me acerco, tomo sus hermosos rizos rubios.
La levanto y le clavo mi hermosa navaja entre sus pechos que tanto me encantan.
Mis ojos llorosos se sierran mientras le clavaba la navaja en el cuello con mucha furia
Ella se estaba aguando con su propia sangre.
Me limpio mis guantes de fino cuero en su vestido y me retiro.
Llego a mi dulce casa y pongo su retrato en el altillo mientras silbaba música clásica.
Y pensaba cuantas amadas tendré que matar para ser feliz.
Van veinte y no encuentro el amor de mi vida.
El es el mejor amante que ahí en la faz de la tierra por los siglos de los siglos.
Texto agregado el 19-02-2008, y leído por 182
visitantes. (2 votos)