Circunferencia caótica.
La vida no vale nada sin un poco de poesía. Nos quedamos desnudos ante las palabras y nos cubrimos con viento y un pecho.

No somos cómplices de la vida.
Somos ella.
Somos ella misma dividida en diez mil quientos ochenta y cuatro trozos de poesía maldita.

Nos encandilamos con unos ojos nutridos de pestañas.
Amamos mas los vicios que los santos.

No construimos carreteras, mas forjamos sendas que han de caminar nuestros fluidos creados en luna llena un día quince de un mes.

Esta vida si que es un milagro. Un milagro sacado de un baúl cubierto de polvo.
Un milagro como sacado del viejo oriente entre Arjuna y Krsna.

El conocimiento es la peor (o mejor) responsabilidad.

No nos interesan nuestras ventanas. Pues con que entre luz sobra.

Un mate caliente con cedrón y melissa basta para hacer feliz a una mujer.

Yo no pido tanto. A veces tan solo cuescos de damasco. A veces, un cactus con forma de espiral.
Algunas otras unas luciérnagas en plena noche. Un cigarro rojo, o verde. Un durazno maduro o una granada rosa. Unos labios como los tuyos o un papel en el morral.

Los tiempos ya no están para jugar a hacer poesía.
Hay que derramarla. Hay que vaciarla, plasmarla en plena noche de domingo.

No os preocupeis por las pensiones, ni por los pases.
No perdamos el tiempo con literatura francesa ni expresionismo sagrado. No consumamos el polen milagroso de las plantas.

Desafiemos viento y marea.
La mano del altísimo te recogerá en el ultimo instante.

No escupamos al cielo,
no tiremos la primera piedra,
no nos durmamos descalzos escuchando blues en un dormitorio oscuro.
No dejemos que la hipocresía bañe nuestras mesas.
No mas gritos, no mas melodías.

Silencio.