Los corazones hablan. De su jubilo, de su sopor, de su lastima, de su penoso sentir dentro de los cuerpos calidos y cubiertos de dulzura y abrigo.
¿Por que esta callado mi corazon? Siempre quedan cosas por decir, palabras de esas que se sueltan al viento, y quedan suspendidas hasta ser apresadas por unas manos juguetonas, devoradas despues por bocas y gargantas que las verteran despues en besos viperinos y masoquistas.
Mi corazon, ¿no tiene mas que decir? No todo esta dicho. Habemos quienes no terminamos de escribir, habemos los que todavia no limpiamos la tinta de nuestros dedos.
Debilmente, quedan trazos mundanos que escupir. Quedan miradas que obsequiar, queda el desden y la angustia, queda el miedo y la ilusion de que las paginas siguientes se queden en blanco por otro rato. Esos somos. Somos quienes todavia no acariciamos las ultimas hojas, los dedos se han fusionado a las cubiertas frias, como ojos de humano. Quedamos los que no repetimos un adjetivo, los que no parafraseamos los sueños que deben quedarse en su lugar, habemos quienes tenemos la joven certeza de que moriran los amables pastores, que los heroes son ajenos, que los parrafos ultimos son una victoria pirrica, exigua, que hemos empañado el papel a tal que no podemos leer atras, sino esperar a que las musas se devuelvan a su virginidad.
Asi que, ¿por que no lo escucho cerca? Mi corazon se ha cansado de hablar. La estupida razon se ha rebelado contra el, y navega a su gusto entre la carne y el agua. Entre la carne apretada y turbulenta, el corazon queda mudo, gorjeando todo aquello que perderemos despues; el agua lo ahoga en mi monstruosa genialidad, y tiene un gusto frio, y nada sobrevive en esos mares mas de el tiempo necesario para creer que fue algo bello, unico, un punto oscuro dentro de un Sol viviente.
Mi corazon tiene tanto que contar. Tantas oraciones inacabadas que congelo, esperando el dia en que las lunas caigan, los cerdos vuelen y los Amores se vuelquen al Odio. Ad infinitum. Sabia tan poco, y morira sabiendo aun menos. La gracia ha sido tierna y salvaje, y le otorgara quizas un trozo de tempaccio para rezar su Verdad ultima, encantado, sin nada que perder excepto las horas que al calor blanco se convierten en dias; los dias que seguimos como perros falderos, estirandolos hasta que Dios o algo mejor los arrebata de nuestras manos; nada, excepto los contornos de otros corazones, el recuerdo de los morficos que parlotan por la eternidad el discurso perenne que solo los muertos entienden.
Quiero saber. Quiero creer, que todavia puede hablar, con monosilabos zurcados de agonia. Y no lo escucho. ¿Por que no lloras? Dimelo, y lo llevare en mi memoria, la voluntad que nadie realizara, y que guardare tal vez hasta ese momento en que un corazon inerte y hueco pueda poseerme, y regresar, sin ti, corazon, a los campos del Cielo, donde es posible echar al carajo los finales felices.
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