Hay veces en las cuales solo hay que confiar,
instinto de tibio cariño que puede no ser cierto.
Hay veces en las cuales se tiene que olvidar,
aquellos momentos de tiernas palabras que son un infierno
de carne y hueso.
Hay veces que toca amar siendo un tuerto,
por que se olvida todo el dolor del derecho afecto.
Hay días en los cuales hay que tener miedo,
de los actos hechos por los demás sin compasión alguna.
Hay momentos en los cuales la espera es eterna,
de hecho el tiempo no juega.
Hay cosas que he de tener cerca,
ya que son las únicas que me llevan a lugares mágicos y llenos de colores,
pero desolados.
Hay veces que me equivoco,
el hecho de ser un ser viviente me liga a estar pegado a un detalle falso.
Hay veces en las cuales la soledad abunda,
me deja grandes recados, pero a sí mismo,
hace renombrar mis pecados.
Hay veces en las que mi cuarto es la jaula del pájaro,
aquel que no pudo volar para reencontrar a su descendencia,
aquel que olvido que era agitar las alas en son de alegría,
aquel que marchito esta como la planta citadina,
olvidada por que la selva banal de la monotonía
encerró entre sus grises paredes, sus negras calles y el andar de gente
guiada por una rutina sin catalogar,
muerta sin que nadie se de cuenta que esta así,
por que ya nadie hace visita cerca de la jaula,
cuarto sorpresivo que encerró en su imprecisión,
en su exilio de cubo de un sitio en donde ya nada
sera fertil.
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