Que noche tan nublada, cegó mí pensamiento,
una hermosa luz que me que quemaba los ojos,
ya no veía, solo sentía lo demás a mí alrededor,
me levanté a encender un cigarro bajo ningún pretexto,
estando allí en mí cocina sólo estabas circulando en mis mejores recuerdos ciegos.

Llegaste por mí espalda,
la verdad, que gran recuerdo, no miento,
sentir tu palma deslizándose por mi hombro fue el ver a dios,
fue dejar mi cuerpo, fundirnos en la infinidad de mis ausencias,
fue malearlas de formas acordes a las vibraciones en MI MENOR
de la música que hizo aun más especial ese algo sin espacio ni tiempo.
Vos te movías y te confundías con las notas de piano que nacían y morían de placer,
rozar tus labios con mí nariz fue el climax,
fue mí mejor todo,
los movimientos de ambos bailando al juego del soñar eran alucinantes,
e hicimos el amor sin sentidos,
sólo la esencia de nosotros consolando nuestras frustraciones,
dándoles un sentido más allá que el épico desenlace que nos habíamos propuesto.

Al despertar luego de tan hermosa ausencia,
estaba sólo,
encima de mi cama con una lágrima en mi mejilla
y el pétalo de regalo que me dejaste,
"con eso solo me diste a entender que más imposible siempre sera nuestro amor imposible."