La vida tiene sus reveses....pero dentro de ese revés..., con la esperanza de esperar me encontré dentro de las fauces de aquel coloso de marfil, inmenso como la oscuridad misma, en su humedad de sombras inconclusas.
Como cualquiera creo que fui un enviado, hasta ahora, a la incertidumbre de descubrir mi porqué, mi cómo y mi cuándo.
Mi viaje comenzó en la soledad de un despertar, un despertar atrapado, originario, engullido por la inquietud de mi incierto sino.
Un impulso anterior al mundo físico pronto me elevó, me sacó al exterior y pude ver desde las alturas al último hombre salvo:
Cuervos y todo tipo de aves de rapiña se ocupaban de acabar la orgía de cuerpos sembrados sobre las arenas de aquel irregular desierto, ajeno al tiempo y al espacio.
Al tocar tierra, inmune por divino dictámen a los carnívoros, me acerqué lentamente a aquél, que prosternado dirigía sus oraciones a lo alto.
-Eres tu?-me dijo sin separar el rostro aún de la tierra
-Soy yo - le contesté sereno
Al levantarse y mirarme , como si de una orden eterna y fulminante se tratara ,comprendí mi misión: tomé la lanza que aún escurría la sangre ajena y la clavé directo en su vientre.
Hoy comprendo que soy el último, el exterminador, el anunciado desde siempre. Mi destino: La soledad inextinguible...la culpa irrefrenable.
Finalmente me prosterné...y elevé una oración