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El Destino de un Viaje
Cualquier similitud con la realidad, No es solo coincidencia.

Llegué a la Terminal apurada, con el tiempo justo para sacar el pasaje del colectivo que salía a las 16.55 y faltaban apenas 3 minutos.

Cuando estuve frente a la boletería había un señor mayor delante de mí que padecía de sordera aguda y me di cuenta de que si la chica que lo atendía no gritaba lo suficiente yo perdería el colectivo. Pero en ese momento, en el que uno siente que la suerte está de su lado a pesar de tener que viajar en el Nortecito, apareció un chico joven que haciéndose el langa me vendió el ultimo asiento disponible, pero con un mensaje que era coherente con la empresa: “Viene con 40 minutos de retraso”- me dijo.
Con mi mejor cara asentí con la cabeza, pensando:”Y yo que creía que llegaba tarde”.

Esperé una hora sentada en el bar, con una coca de por medio, hasta que ví asomarse al colectivo y continuó la odisea.
Tenía el primer asiento, junto a un joven colorado de zapatillas caras, celular de última generación, y al que también se le notaba la típica cara de enojo de quienes viajamos en esta empresa.

La gente empezó a ordenarse en sus asientos y como no podía ser de otra manera apareció el primer caso típico:
-Y el asiento 44, ¿dónde esta?- se escuchó mientras se veía a la dama caminar por el pasillo del colectivo buscando de punta a punta el asiento 44 que no existía.
- ¡Chofer, el asiento 44 no está! ¡me vendieron un asiento que no existe, chofer!
Y la señora de la butaca que no existía terminó sentándose en el número 22, hasta que llego la señora del asiento 22.
-Señora, ¿usted qué numero de asiento tiene?
-El 44, pero no existe.-dijo en tono cortante y enojado.
-Pero yo tengo el 22.
-Sí, pero no tengo asiento- insistió
La señora del 22 terminó en el 10, la del 44 en el 22, y la del 10 al lado del chofer.

Los pasajeros siguieron subiendo y no faltó la chica joven con un bebé de no más de 10 meses.

El cole arrancó, los familiares saludaban desde abajo, sin saber la suerte que tuvieron al no haber subido.
-¡Chau, Abuela. Chau, Abuela!

El cole agarró todos los pozos de la Terminal y mientras tanto un señor gordo repartía alfajores atropellándose todo lo que se le cruzaba, incluyendo mi cabeza.
-Buenas tarde señores, señoras y señoritas, aquí les presento los alfajores santafecinos, con tres capas rellenas con dulce de leche. Usted puede quedar bien con sus hijos, tíos, primos, sobrinos, ahijados y abuelos por menos de lo que cuesta un sándwich. Con sólo siete moneditas de un peso puedo llevar estos alfajores santafecinos y quedar bien con la familia y amigos o simplemente con siete moneditas de un peso puede ir entretenido en el viaje con estos deliciosos alfajores santafecinos! Siete moneditas de un peso, nada más. Sí, ya le cobro. Espere, ahora le cobro… ya le cobro, caballero.
Por supuesto que todos sabíamos que esa última parte del discurso era sólo una estrategia marketinera, porque nadie le pedía que le cobrara los alfajores, todos los devolvíamos religiosamente.

Mientras el cole empezaba un city-tur por santa fe, calle, callecitas, avenidas, paramos en todas las garitas, el loco de la esquina de Aristóbulo nos saludaba, la gente de que iba en el urbano nos miraba, paramos en cuanto semáforo cruzábamos, hasta que 40 minutos después estábamos en la ruta y ahí nos encontrábamos todos conviviendo en un mismo ambiente.

La mamá joven con el bebe llorón no podía hacerlo callar; el padre le decía:”Dale la teta”, pero el bebé lloraba aún más. Lo agarraba el padre, se lo pasaba a la madre y el bebe no dejaba de llorar. Todos por dentro decíamos: “callen a ese chico”, hasta que 30 kilómetros después la señora del 22, que se había sentado en el 10, en solidaridad con la del 44 que se había apropiado de su asiento, le dijo a la madre del llorón: “¿me lo prestás? ¿lo puedo agarrar yo?
La madre miró a la señora, primero con desconfianza y después como si le pasara una carga se lo dio en brazos, mientras que el padre miraba a la señora como diciendo: ”esta metida, ¿qué se piensa? ¿qué nosotros no podemos hacer callar a la criatura?”. y acto seguido fulminó a su mujer con la mirada, acusándola de mala madre.
La señora del 22 apoyo la cabeza al bebé sobre su hombro en forma vertical, le golpeo la espaldita y en un minuto el chico estaba dormido. Se lo devolvió a la madre y le dijo: “Estaba lleno, quería hacer provechito”.
La madre la miró como preguntando: “¿por qué no me avisaste 30 Km. antes”. Le sonrió y apoyo al bebé sobre su pecho.

Por supuesto que tampoco dejaron de subir en su momento los niños mayores de un año.
-¡Marcos vení acá!, no corras en el colectivo-
Marcos, un nene que no superaba el metro de estatura, con los ojitos saltones recorría el pasillo, como jugando carreras con un amigo invisible.

Unos asientos más atrás se encontraba esa amiga de la secundaria que había quedado embarazada a los 17, con el fruto de su embarazo que se deleitaba cantando para todos: “Yo teno un elefante que se llama tompita y mueve sus olejias llamando a mamita y su mamá le dice potate guien tompita sino te voy a hacel chachas en la colita”.

Pasando cuarenta minutos de viaje se reveló el primer afortunado en conciliar el sueño, pero como si tuviese intenciones de no dejar de dormir a nadie más, sus ronquidos sonaban como desperfectos del colectivo.

Unos asientos más atrás las amigas que se habían encontrado en el viaje.
-Y sí, amiga, yo ando con el José y con el Miguel, no lo hago de mala.
-Y no, la situación te lleva , yo te entiendo, vos aprovechá, mientras no te descubran, sácale el gusto.
-De todas formas, amiga, son hombres, se lo tienen merecido.

En la fila del lado estaba una señora con su hijo, que por la tonada aparentaban ser oriundos del Chaco. Para ellos el viaje terminaba en tragedia, ¡claro, iban en el primer asiento! Todo lo que pasaba en la ruta estaba al alcance de su vista, más de una vez la señora estuvo al borde del infarto cuando el colectivo se acercaba a la banquina y parecía que volcaba. Hasta que en un momento saltamos todos cuando la chaqueña empezó a gritar.
-¡Nos vamos a matar, el camionero de adelante esta borracho, mira mi´hijo como se tambalea para todos lados!-hasta que alguien muy sutilmente se acercó a la mujer, que estaba al borde del paro cardiaco, para explicarle que el camión tenia dos acoplados y que era lógico que el último se desplazara un poco.

Detrás mío se sentó la Señora cheta que empezó a quejarse.
-¡Che! este asiento no se tira para atrás! Y esta ventana no para de hacer ruido! ¡Así no se puede dormir!
Y yo pensaba: “ruegue que no empiece a llover”.

El día era infernal, había 90% de humedad, 33º de temperatura y el cielo que parecía que se caía en cualquier momento y como era de esperar a los 60 Km. se rompió el aire acondicionado, en los próximos 30 Km. nadie presentó queja, hasta que salto la inconfundible señora que reniega por todo.
-¡Chofer! ¿Puede prender el aire acondicionado?
- Se rompió señora- respondió el conductor.
-¡Pero no puede ser, no se puede ni respirar! ¿Cómo vamos a viajar así? ¡A mi se me baja la presión! Mire si me desmayo acá arriba, ¿Qué va a hacer conmigo desmayada en medio de la ruta!?
Y ya salto otro señor más atrás.
-¡Qué vergüenza, salir con estos colectivos en días así!
El chofer termino parando el colectivo en la banquina y abrió las salidas de emergencia del techo, ya que las ventanillas no se abrían.
Por supuesto que el aire que entraba era viento de la ruta, un ruido terrible que no te dejaba ni escuchar la música con auriculares, un viento caliente que solo sirvió para dejarnos a todos los pelos revueltos y para que entrara el agua del primer chaparrón que se largó, motivo por el cual el nene de ojos saltones que corría carreras en el pasillo terminó resbalándose con el piso mojado y a puro llanto.

Ahora con las salidas de emergencias cerradas, el piso del colectivo mojado, los pelos revueltos y marquitos llorando, empezó a entrarle agua por la ventanilla a la señora cheta, del asiento de atrás, que no tuvo mejor idea que irse a la parte trasera, sin percatarse de a quienes tenia como vecinos de asiento.
-Che, fiera, te cambio este par de zapatillas por la camiseta de central que tené ahí.
-No viejita, todo liso, pero esta camiseta es para mi pibe, la conseguí en el pabellón.
-Ah! ¿taba en cana?
-Se! Salí condicional, el domingo a la tarde tengo que volver!
-Eh! Recatate …

Toda esta conversación, petaquita de tequila de por medio.
Los individuos del penal bebieron hasta que la naturaleza les puso el límite.
Uno de ellos se acercó al baño y leyó el cartel que decía : CLAUSURADO.
Como a su cuerpo poco le importaba el cartel, fue hasta su butaca, buscó una botella de gaseosa vacía y delicadamente se acercó a la señora cheta que había buscado refugio de la lluvia en el ultimo asiento. -Eh, Viejita! , ¿se podría ir a sentar ma adelante?, porque me estoy meando y uted vio-le dijo mostrándole la botella, como para que entendiera sus intenciones sin mas explicaciones.

La señora salió despavorida y volvió a su asiento mojado.
Unos minutos después el colectivo empezó a disminuir la velocidad paulatinamente. De atrás venia un ruido a chatarra rota y empezamos a sentir olor a quemado.
La chaqueña empezó a gritar: “¡se incendia el colectivo!”
La cheta gritaba, como sufriendo un ataque y la señora quejosa creía que ya se moría. Se generó un pánico general, que también despertó al grandote del tercer asiento que roncaba. Y todo se calmó recién cuando quedamos parados esperando en la banquina.

¿Esperando qué?
Otro colectivo, una traffic, un camión jaula, o algún vehículo que nos llevara a casa.

Y colorín colorado este viaje aun no ha acabado!



Gise Giommetti

Texto agregado el 17-02-2008, y leído por 316 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
03-08-2008 Es la parte mas triste de tener que viajar en autobus. Recuerdo un viaje que hice a Colombia. El coche que rentamos se nos quedo en el camino y tuvimos que tomar un colectivo donde ademas de personas venian gallinas, cabros y hasta algunos cerdos. Una pregtuna este cuento esta recreado en Colombia? Que significa cheta, chachas panchin
06-04-2008 Me has descrito los autobuses, colectivos, de todo el continente, pero lo haces con una gracía y una observación extraordinaria. Gracias. Hubeca
24-02-2008 QUIZAS SEAS UN ANGEL Y NO LO PUEDAS DISIMULAR collectivesoul
18-02-2008 buen viajesito jeje, me cayó bien el señor de los ronquidos, no vió una hasta el final, igual, ojalá el hable algo antes de llegar al final del viaje. saludos!! perrote
 
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