HASTÍO
gmmagdalena
- Voy a divorciarme de Luis
- ¿estás loca?
- Creo que nunca estuve más cuerda en mi vida
- Pero Luis te adora ......
- ¿.....?
Cuando salgo de la casa, dejo atrás la claridad de las paredes, la luz que ingresa por las ventanas y la brisa que agita suavemente las cortinas. Toda la luminosidad que hasta ese momento me embarga, se transforma en una oscura y densa neblina al iniciar otro día igual a tantos.
Es cierto que esa sensación de plenitud que vivo a primera hora de la mañana es sólo por un rato, el que transcurre desde el instante en que Luis se va a su oficina hasta que yo salgo hacia la mía. Al finalizar la jornada la casa ya no es clara y su otro habitante apenas advierte mi presencia.
- Tenemos que hablar Inés ¿me escuchás? ¡tenemos que hablar!
Mi trabajo es rutinario, agotador, muchas horas de tedio en mi oscura oficina ¿dije que odio la oscuridad?
Ramírez, el pelado que se sienta en un escritorio frente al mío, hace días que me observa tímidamente, sé que intuye que algo me ocurre, lo debe haber adivinado en mis gestos. Aunque no me va a preguntar nada, en los años que trabajamos juntos jamás tocamos temas personales. Ni cuando murió su esposa me ofrecí a una charla. Pobre Ramírez.
- No tenemos nada que hablar, no voy a cambiar de idea. Ya está decidido.
Hoy Ramírez puso una rosa blanca en un vaso de agua y sin palabras lo colocó sobre mi escritorio, me dirigió una mirada solidaria y volvió a su puesto. Es mejor persona que yo.
- Mamá, si te avisé es porque hoy hablaré con Luis y me iré a tu casa hasta que encuentre un lugar dónde vivir.
- No te entiendo. Explicame los motivos que tenés para destruir un matrimonio de años. Un matrimonio con un hombre que siempre vivió para el trabajo y su casa.
- Mamá, mamá, no puedo explicarte. No lo entenderías, ni yo lo entiendo. Sé que estaba muerta y que hoy algo me hizo resucitar. No te olvides que ya tengo más de cincuenta años....
- No me olvido, por eso me preocupo. ¿y qué es lo que te hizo tomar esta decisión? ¿qué es lo tan extraño que ocurrió? A ver... intentá explicarme.
-Mamá ...... ¿sabés? hoy Ramírez me regaló una rosa.
***
EL ULTIMO MAGO
tejera
Llevaban cuarenta años de carrera circense, él sesenta y cuatro años, ella cincuenta y siete.
Cansada de una eterna vida errante decidió acabar con su relación laboral y sentimental.
--He vivido toda mi vida desheredada –decía ella.
--Sentencia interesante --decía él--.No tener nada y conocer todo.
“Esto no es vida, me siento cansada”
Comienza la función. La señora se introduce maniatada en el sólido baúl, el mago cierra con llave y lo atraviesa con decenas de espadas, mientras una trampilla secreta transporta a la cautiva por debajo del escenario con la idea de aparecer en otro cajón a cinco metros de distancia.
El ilusionista retira las espadas y abre el cofre, no hay más que un vestido y unas cuerdas tal y como marca el guión. Los aplausos se suceden.
Se dirige al segundo baúl que sobre ruedas es desplazado hacía el centro del escenario. El mago descubre con extrañeza que también está vacío.
Nunca más se supo de la colaboradora, unos lo acusan de asesinato, otros de secuestro y los más fantasiosos lo defienden como el último gran mago.
Él simplemente está contrariado. Sin noticias de su compañera se siente entre viudo y divorciado.
***
IRSE
gmmagdalena
Después del largo baño me paro frente al espejo mientras seco en forma vigorosa mi maltrecho cuerpo; el cristal me devuelve un rostro pálido de mirada extraviada.
Me visto y salgo de la casa. Me lastima el perfume de los paraísos en esta tibia mañana de primavera. El mundo sigue igual, a pesar de todo.
La mujer que me atiende tiene una sonrisa cálida y aunque su mirada es seria y atenta, tengo la sospecha que está agotada como yo; agotada de escuchar historias como la mía, pero ella eligió escucharlas y yo no elegí vivirlas. Me confirma que ella es quien atendió mi llamada telefónica y me aconsejó que inmediatamente me alejara de la casa.
Me pregunta si llevé algún equipaje, contesto que no llevé nada porque nada tengo ni nada quiero de lo que dejo atrás.
Su mirada se vuelve más comprensiva, no te preocupes me responde, acá te daremos lo que necesites hasta que se solucionen las cosas.
¿solucionen las cosas? ¿acaso se solucionarán?
En verdad nada me importa ya, solamente quiero alejarme.
La mujer toca un timbre y aparece otra. La primer mujer le dice mi nombre y le pide que me ubique hasta que ella haga la denuncia. La nueva mujer me toma con suavidad del brazo y me lleva por largos pasillos hasta un claustro y me pide que me recueste, que descanse, que no me preocupe, que ellas se encargarán de todo.
A los pocos minutos, otra mujer de mirada baja entra portando una bandeja con una humeante taza de café, sin decir palabra la deja sobre una mesita y se retira. Me quedo definitivamente sola hasta que alguien vuelva y quizás allí aparezcan las preguntas más fuertes, la revisión médica, la constatación de la violación.
¿fue su marido? ¿fue la primera vez? ¿de qué otras maneras la agredía? ¿tiene hijos?
Sí, fue el hombre que juró cuidarme, no fue la primera vez ¿no les basta esta forma en que me agredía? No, no tenemos hijos.
Me quedo sola y no quiero pensar, sin embargo pienso y una arcada me sacude el cuerpo. Quiero irme, irme definitivamente, no quiero policías, ni médicos, ni juicio de divorcio ni nada, sólo irme.
Saco el cinto con que sostengo mi pollera y subo a la silla, la mirada fija en el travesaño de madera que cruza el techo.
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