¿ Qué es un niño? ¿Qué es ser un niño?. Puede ser que la tierra de “Nunca Jamás” este más cerca de lo que esperamos.

Peter Pan convive con nosotros y sobrevive dentro del 90% de la población mundial. Ese niño-anciano, caprichoso y engreído camina por nuestras calles, sobrevuela la ciudad fanfarroneando de los privilegios de condición de infante, intocable, con pleno derecho a la irresponsabilidad; vive siglos de una niñez desgastada y podrida, carente de la pura sabiduría de niño, esa sabiduría amplia que todo absorbe pues está carente de filosofía, carente de prisma por el cual observar el mundo.
Los niños verdaderos miran el mundo con los ojos redondos y abiertos, sin restricciones ni límites, sin posiciones, sintiéndose pequeños frente a la majestuosidad del cosmos desconocido y agradecidos por lo brindado.
Los niños no saben nada y esa es la fuente de su sabiduría, pues no tienen realidad aprendida y están exentos de las consecuencias que nos ha dejado la historia universal. No desean nada y por eso son libres, cuando se desea puede ser que lo que llegue no es lo que se esperaba y embarga la frustración, el no desear hace que no se espere y se esté agradecido de todo lo que venga entregándote las alas más livianas y limpias para volar tiernamente por los remolinos de la vida.

Peter Pan es sólo un patético anciano disfrazado. Es el ideal social de un niño, el ideal de mentes cúbicas que no pueden comprender que la erudición para la vida es tan sólo un pergamino en la frente que pesa y hace agachar la cabeza y no ver el campo, la flor y la maravilla de ciudad en la cual nos jugamos la vida diariamente. Es mejor tratar de creer que los niños son seres a los que hay que domesticar para la vida, que son irresponsables y no pueden conducir una vida, tal como ese niño-anciano,… es verdad a los niños hay que domesticarlos, no conocen nuestro concepto de responsabilidad, no son capaces de conducir una vida con una mentalidad pura en nuestro mundo lleno de competencias y de pragmatismo.

En este día los invito a alzar una copa y a brindar por la verdadera niña, brindo por Wendy. Siempre reducida en este cuento a un segundo lugar, a un segundo nombre en los créditos de alguna película de niños, algo que no creo le moleste mucho, pues un verdadero niño aún no conoce de lugares, no existe un segundo.
Ella se maravilla ante todo, no le importa la postergación. Sus ojos están limpios y son verdaderas esponjas que todo absorben y puede ver realmente “Nunca Jamás” y la ciudad y no un sueño de lo que desea que sea, que siempre finalmente decepciona cuando la “realidad creada” que nos rodea entra a borbotones por las rendijas.

“Nunca Jamás” nos inunda, distingamos que hasta nuestro Concepción tiene más de bello y de sabio que ese paraje creado para que algunos piensen que es la tierra perdida de la eterna infancia, verdaderamente la podrida infancia.

¡Salud…! Por Wendy