A veces la vida te hace jugarretas que hay que asumir. Es en esos momentos cuando tienes que tener la cabeza fría y meditar la situación. La vida lleva mucha ventaja sobre ti, actúa en los momentos que menos te lo esperas y golpea aprovechando los momentos más débiles de uno, pero nosotros tenemos también un as siempre disponible y, no es otro, que podemos cambiar sus designios con solo desearlo.
Muchas noches de cristales rotos en mi mente, muchos llantos en la oscuridad de una habitación que ya apenas conocía, muchas lágrimas y mucho dolor. A veces uno se pregunta ¿Como es posible que todo pueda venirle de golpe a la misma persona? No encuentras respuesta, no sabes que has hecho para que esos cristales se rompan en mil pedazos ¿Tan malo he sido? Te preguntas miles y miles de veces ¿Qué he hecho para merecer esto? Te repites.
Noches de cristales rotos, ¡Infinitas! Miles de ideas que recorren tu mente en torbellino, aconsejándote otras tantas locuras que vas desechando una a una por incongruentes; luego; el paso de los años te las hace ver de otra manera, quizá sea la solución, quizá sea darle un quiebro a la vida precisamente dónde más le duele... en la propia muerte.
Vida y Muerte, Muerte y vida, tanto monta…
Cada uno juega sus bazas, unos con más habilidad y otros con menos, unos con unas tácticas y otros con otras, pero todos, ineludiblemente todos, tienen que jugar con las cartas que impone la vida; ahora solo resta que te adaptes a ellas y la ganes en su propio terreno.
Llegas a tener tanta experiencia que en algunos momentos te ríes de tu propia vida, de cómo intenta hacerte daño y ves que ha llegado a los límites en donde el dolor ya no te afecta, no le temes, incluso le avisas de tus intenciones llamando en ocasiones a su rival; la muerte; es ahí, cuando la vida deja de tener sentido, significado y poder sobre ti; no te puede hacer más daño porque ya no se lo permites; si te sigue acosando, buscarás la compañía de su oponente y, cuando eso ocurre, ha llegado la noche de cristales rotos, ahora eres el dueño de tu existencia y tú, solamente tú, decides si recogerlos o dejarlos ahí.
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