En mis conversaciones con Neil deGrasse Tyson –que de hecho, jamás lo he llegado a ver en mi vida- descubrí una serie de pensamientos compartidos que llegaron a confundirme productivamente en mi curiosa existencia. Puesto que, la uniformidad de la mente no se separa del todo de sus orígenes genéticos, debido a que si fuese así, quizás no todos contaríamos con el atadero que domina nuestra condensación molecular, esa sinfonía de células dirigidas por el ácido desoxirribonucleico que programa desde el inicio de los tiempos la trasabilidad plantada del ser humano en el universo.
Neil, tan sereno en sus afirmaciones, hablaba fluidamente de astrofísica como si estuviese recitando un fragmento cualquiera del libro 100 Años de Soledad de Gabriel García Márquez, o tal cual si mostrara en un pizarrón las formas geométricas básicas como: cuadrado, rectángulo, circulo y triangulo. Lo que lograba cautivarme de tal forma que en menos de cinco minutos me declaré su fan, su eterno enamorado de origen venezolano tan querubín carente de inteligencia.
La discusión sustentada puso a prueba todas las Teorías Físicas publicadas a través de la historia humana, pasando desde la relatividad del tiempo espacial curvo, hasta la imposibilidad de medir las partículas subatómicas. Habló de la capacidad que tiene la materia oscura de absorber la luz, de la distancia que hay en el súper cúmulo de virgo y la edad del universo. También explicó el fenómeno de los agujeros negros, el auge y decadencia de la supernova, sin omitir la exactitud matemática del sistema solar y la edad del astro rey.
Yo, aparte de comerme las uñas extasiado por su humilde temática, me confundía entre sus versos, y no porque no le entendiese, sino porque no podía creer que un científico hablara con elegante maestría, tanto así que por un momento pensé que era un artista.
Bueno, para saltar la parte del fetiche fálico de mi televidencia, la pimienta en la entrevista periodística traducida al españolete que ese sábado 14 de abril sintonizaba en el canal TVE, llegó a la cúspide de su conocimiento, cuando el periodista, tan excitado como yo al terminar de escuchar la narración estética del Big Ban, preguntó.
-¿Y antes del big ban, que hubo?
Esta simple pregunta perturbó más al científico que las mismísimas “¿Por qué estamos aquí? Y “¿Estamos solos en el universo?”.
Él respiró y explicó lo que trataré de recrear usando solo mi memoria, sin recurrir a www.google.com o a www.wikipedia.com para cachar la entrevista y colocar las palabras exactas aparentando que soy un genio que cita, a un maestro de la astrofísica que solamente le llegó a ver una sola vez en televisión, en un canal español, y para colmo, mal traducido.
-Bueno, no sabemos con certeza que hubo antes del big ban, y que originó que este fenómeno desatara la creación universo.
-Y ¿Dónde está Dios entonces?
-No lo sé.
-Ya que no tiene respuesta ¿Quiere decir entonces que Dios existe, y que él es el Arquitecto que diseñó todo esto?
-Debe haber un arquitecto, pero normalmente los humanos cuando no encontramos la respuesta en algo relacionado con los orígenes de la vida, le delegamos esa responsabilidad a Dios. Me explico, Isaac Newton realizó cálculos exactos del movimiento de los planetas del sistema solar, logró recrear la alineación de los mismo, calculó la gravedad de la tierra, la rotación de esta y el periodo de traslación, mientras que también consiguió calcular los movimientos de los demás planetas y puso en perspectiva dichos fenómenos con la tierra, pero como no contaba con los recursos necesarios para mirar más allá del sistema solar (Telescopios avanzados, interferometría visual, otras), pensó que ese era el limite, y que ahí estaba Dios. Luego, con el paso de los años descubrimos que estábamos dentro de una galaxia, que a su vez pertenecía a un cúmulo de galaxias, pero como la atmósfera de la tierra delimitaba la exactitud de nuestros telescopios y las sondas espaciales no viajaban muy rápido, pensábamos que Dios estaba en ese lugar. Es sencillo, no lo hemos descubierto, puesto que ahora sabemos gracias a la tecnología actual la edad del universo y su creación producto de la gran explosión que fue el big ban.
El periodista le miraba embelesado, mientras que yo enrollaba las sabanas entre mis piernas, ya que por primera vez estaba escuchando a alguien decir con lucidez lo que yo en algún momento de mi vida pensé, o simbólicamente escuché en la calle o leí en un libro, pero esta vez lo comentaba un hombre totalmente sobrio en sus afirmaciones sin estar influenciado por la música de los 60 o la marihuana.
Él continuó.
-Es simple, como no sabemos que sucedió antes del big ban, encomendamos ese conocimiento a un Dios supremo que creó ese fenómeno, pero yo no lo veo así. Yo simplemente sé que no hemos descubierto ese fenómeno, y no me limitaré a pensar como los demás que ya no hay solución al problema, que llegamos al límite del conocimiento del universo. Lo que en realidad pasa es que no ha nacido alguien más inteligente que tu (Se refería al periodista y evidentemente a la audiencia) o que yo, que lo haya descubierto, pero llegará ese día y luego aparecerá un nuevo misterio que por supuesto le atribuirán a Dios.
Inmediatamente, terminando el programa, me aburrí y cambié el canal para ver Los Padrinos Mágicos, y todo porque al escuchar a Neil hablar de su exactitud matemática, me dio pena que hayan existido en este mundo personas de buena fe que lograron sintetizar la belleza a través de la física y la matemática. Recordé a mi viejito Albert y a mi amigo Putin. Me acordé de lo que pasó cuando los científicos rusos descubrieron la energía que desataba la separación del átomo, y recordé que pensaron en los beneficios para la medicina y la ciencia el descubrimiento de este fenómeno hasta que cayó en manos de los americanos. Soñé con cada nota de los artistas, con cada gloriosa melodía que le agradecía a Platón y a Aristóteles el hecho de habernos heredado sus conocimientos, sin olvidar a los artistas plásticos que recrearon a Zeus, a Cupido, a Horacio en memoria de aquellos que dedicaron su vida a imaginar la perfección del mundo a través de los ojos de Galileo. Me dio pena el hecho de que en dos mil años inexactos de existencia social-histórica-humana decepcionamos a todos estos grandes hombres de naturaleza humilde, y pensé:
-Perfecto, no sabemos que pasó antes de la creación del universo y que es lo primero que hubo antes del big ban, pero, ¿Qué haremos con ese conocimiento? Tal vez haremos lo mismo que hacemos siempre.
Cuando lleguemos a entender el origen del universo, cual fue la acción que desató la reacción de la materia en el espacio que formó a los planetas, haremos lo que hemos venido haciendo en veinte mil años de evolución humana e historia.
Nos levantaremos a las 5:00am para llegar temprano al trabajo, envidiaremos los bienes raíces y las pertenencias del vecino, tendremos sexo a escondidas con la prima lejana que nos visita en vacaciones, robaremos a nuestra madre cuando no encontremos dinero para derrocharlo en drogas, nos enfermaremos de enfermedades venéreas, de lupus, de cáncer, de lepra, de psiconomia, de esquizofrenia. Seguiremos peleando por el petróleo del mundo y por el deseo de dominación mundial, perteneceremos a la base de la pirámide como los pobres diablos que somos, estudiaremos diseño grafico como escapatoria a las ciencias humanistas, las ciencias sociales y las carreras catalogada por los grandes como “difíciles”. Seremos capaces de conducir ebrios vehículos a 120kph en la autopista panamericana con lluvia para causar accidentes de transido en donde mueran familias completas, podremos declarar en estado de alerta a la ciudad afectada por el tifón, y le daremos las sobras de los anaqueles para demostrar que somos buenos ciudadanos, nos enamoraremos, traicionaremos a nuestros(as) amantes y mataremos por la herencia que nos dejaron.
Seguiremos siendo lo que siempre hemos sido, un virus que se reproduce deliberadamente, se expande y coloniza los lugares más puros de este planeta que al cual intentamos gratificar asignándole un día al año como su cumpleaños, mientras devastamos sus bosques, sus ríos, sus mares y sus lagos construyendo grandezas de la maravilla ingenio-arquitectónica-maníaca del hombre, pudriendo todos los recursos hasta agotarlos, codiciando el conocimiento, vanagloriando las cosas de valor, para entender de donde venimos, o simplemente para construir telescopios inmensos que puedan descubrir otro planeta en la inmensidad del universo para conquistarlo y destruirlo.
El día en el cual se descubra y se demuestre a través de cálculos quánticos, que desató el big ban, tendremos el poder suficiente para fusionar la luz y la sombra y así crear el arma de destrucción masiva más efectiva, compacta y devastadora del universo que ayudará a los mandatarios a lograr sus sueños de dominación mundial sometiendo a las masas.
Tal vez cuando llegamos a entender el antes-bigban podamos comprender lo tan relacionado que está este fenómeno universal con la maravilla del nacimiento. Con la pureza y el olor de un recién nacido.
Por eso, ojalá seamos capaces de reaccionar a tiempo y dejar al universo en paz mientras respetamos a los científicos que se dedican benévolamente a la tarea de descifrar estos misterios, y nos dedicamos a hacer de nuestra casa un planeta sano, comenzando por nosotros mismos, dejando a un lado el miedo, la codicia y la ambición. Porque sino, estoy completamente seguro que, cuando por fin destruyamos por completo este planeta, delegaremos esa responsabilidad, a Dios, por no decirnos por qué estamos aquí, y ocultarnos la verdad de si estamos solos en este universo.
Y no nos servirá de nada la física y la matemática porque todo será culpa de Dios.
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::Ed (Responsable de la primera parte) - El Impío (Responsable de la verdad)::
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