Pocas cosas hay en la vida que se pueden admitir o negar. Todo es relativo y los fanatismos nunca han llegado a beneficiar al hombre. Me estoy refiriendo al tema de las torturas de animales que están tratando de denunciar algunos grupos ecologistas. No nos debe asustar la palabra tortura referida a los animales, es así, cuando admitimos las torturas hacia el propio ser humano. Está claro que el animal debe morir y el hombre también. No es que “debe” sino que desgraciadamente muere. La intervención del hombre en ese ciclo es natural. Desde los tiempos primitivos, el hombre se alimentaba con la carne de los animales, y cuando más tarde se hizo sedentario conoció las posibilidades vitales que le proporcionaba la tierra, la madre tierra. Nace así la muerte del animal por la necesidad de subsistir de los hombres. Los tiempos han cambiado, desgraciadamente, y ahora tenemos muchas posibilidades alimentarias, y parece ser lo menos importante a juzgar por la dieta de algunos de los países más desarrollados.
Queda justificado, por supuesto humanamente, el matar animales para alimentarnos, en definitiva, para vivir. Pero lo que debería sensibilizarnos en realidad es el matar por diversión, por lucro o por snobismo. Digo matar en sentido general no sólo a animales, puesto que no hemos resuelto la muerte entre nosotros. Comparar una granja de gallinas, por ejemplo, un rebaño de ovejas con una plaza de toros es incongruente a partir de lo dicho. Por supuesto que comemos carne de toro, y muy buena que está. Pero no comprendo cómo se puede disfrutar viendo esa muerte tan cruel, no para el toro que ha nacido para ello por intervención del hombre, claro, sino para éste mismo. Los humanos estamos ya bastante insensibilizados con nosotros mismos como para que tengamos que desahogarnos con ese espectáculo ¡¿Tanta rabia tenemos dentro que no podemos emplearla de otro modo?!
No quiero negar a otros la diversión que yo no encuentro en esta fiesta nacional, pero la negaría si estuviera en mi mano. Pero que no digan que ese animal no sufre porque no creo que sea diferente a un perro que gime cuando muere el amo. Por supuesto que el perro está domesticado y no reacciona como el toro o el león, igual de fiero con el hombre.
Está claro que depende a qué animal se mata y es así de justo, creo yo, y por tanto, no intento imponer mis ideas a nadie y cada uno con su conciencia… pero es que “fiesta nacional” significa fiesta de la nación completa… menos yo.